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El Salario Mínimo ahoga al campo con despidos y mecanización

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El Salario Mínimo ahoga al campo con despidos y mecanización

El Salario Mínimo Interprofesional (SMI) golpea al campo. La agricultura es uno de los sectores que más está sufriendo desde que el PSOE implantara un sueldo mínimo obligatorio de 900 euros al mes a finales de 2018, un 22% más que el anterior SMI. Hasta el propio Gobierno socialista ha reconocido los efectos perversos que el SMI ha generado tanto en la agricultura como en el empleo doméstico, cuyos profesionales cobran bajos salarios y están compuestos, principalmente, por mano de obra poco cualificada, jóvenes, extranjeros y mujeres. Precisamente, los colectivos a los que el PSOE asegura proteger.

LM / El hasta hace unos días secretario de Estado de Seguridad Social, Octavio Granado, llegó a admitir los «problemas» que estaban surgiendo en estos sectores por el SMI, e incluso, el socialista apuntó que muchos de sus empleos se estarían trasladando a la «economía sumergida» por este salario artificial. Aún así, PSOE y Podemos continúan en su empeño de volver a elevar el Salario Mínimo a 1.000 euros en 2020 y hasta a 1.200 euros cuando acaben su primera legislatura. El campo ya no puede más y ha estallado ante una medida «inasumible para las pequeñas y medianas explotaciones», alerta el responsable del Área de Relaciones Laborales de COAG, Eduardo López.

El sindicato agrario basa sus declaraciones y advertencias en números. Según sus cálculos, la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) a los 1.000 euros supondría un aumento del 50,4% de los costes laborales para los agricultores desde que gobierna Sánchez. A día de hoy, con el último alza del Salario Mínimo en 900 euros y 14 pagas, la mano de obra de un labrador se paga a 6,90 euros, a lo que hay que sumarle las cotizaciones que asume el dueño de la explotación y que elevan el coste laboral hasta los 8,70 euros hora. Como se observa en la tabla, en términos mensuales, esa nómina le costaría al empleador 967 euros, pero con el SMI en 1.000 euros que pretenden implantar este año Sánchez e Iglesias, el coste laboral se dispararía hasta los 1.455 euros por trabajador y mes.

«La importante subida de los costes laborales nos expulsa del mercado. Resulta inasumible para las pequeñas y medianas explotaciones con 2-3 trabajadores fijos», denuncia COAG. A este problema, el sindicato le añade los bajos precios que tienen sus productos en origen y la competencia que le hacen a España terceros países con mano de obra más barata. Ya tienen la tormenta perfecta, según su testimonio. «Nuestro coste laboral diario (69 euros), multiplica por 14 el salario de un jornalero en Marruecos (5 euros/ día)», asegura López. Por todo ello, no es de extrañar que a un perfil de agricultor con un pequeño cultivo, que emplea de 2 a 4 trabajadores fijos y que sigue vendiendo los mismos productos que hace 2 años (si no son menos) le parezca insostenible que los políticos le hayan disparado de esta manera sus gastos.

«Tendré que despedir trabajadores»

Andrés Góngora es uno de esos propietarios. Perteneciente a la tercera generación de una familia de agricultores de Almería, lleva 22 años en el sector. Ahora, el Salario Mínimo de 900 euros ha asfixiado su negocio. «Nos incrementaron nuestro coste de producción de la noche a la mañana, y nos ahogaron. Tenemos un problema muy serio porque nosotros no podemos trasladar ese aumento del coste a los clientes», asegura.

Y no es la avaricia. «No es que no queramos pagar más a nuestros trabajadores, que yo les pagaría 1.500 euros si pudiera, pero es que no me salen las cuentas. No tengo capacidad», asegura este agricultor, que ha tenido que pedir un préstamo para sacar adelante la cosecha de este año, «y buena parte se explica por el aumento de los costes laborales», cuenta. Góngora se deshace en elogios hacia las cinco personas que tiene contratadas en su invernadero de tomates cherry. «Paso más tiempo con ellos que con mi familia, pero yo soy transparente y les enseño los números. No puedo más, y ellos lo entienden», relata. Muy a su pesar, Góngora tiene claro que si entra en vigor el Salario Mínimo de 1.000 euros, «tendré que despedir trabajadores. Eso no se paga en el campo, y más cuando a mí me están pagando el kilo de cherry a 90 céntimos. Es inasumible», lamenta. Sobre la obligatoriedad de un SMI a 1.200 euros, que también está sobre la mesa para esta legislatura, el agricultor exclama que «¡no quiero ni pensarlo!». Las consecuencias serían desastrosas. «Tendría que despedir a todos y quedarnos el cultivo sólo entre la familia», augura.

Dos jóvenes de Mali, un matrimonio de Rumanía y un español que roza los 60 años forman la plantilla del almeriense. Es una gran ironía que PSOE y Podemos justifiquen el incremento del SMI en aras de los «sueldos justos» y su efecto sea precisamente perjudicar a estos colectivos vulnerables. Si se quedan en paro, Góngora es consciente de que las posibilidades de que sus empleados puedan acceder a otro sector que no sea la agricultura son muy bajas. «No tienen formación, lo tienen muy difícil. En el caso del hombre mayor, la edad pesa y es complicado que le contraten ya», explica.

Mecanización contra el SMI

Aunque Góngora se declara firme defensor del trabajo humano en el cultivo de hortalizas, desde el alza del SMI a 900 euros ha observado que cada vez son más los agricultores que están apostando por la mecanización o por cambiar la siembra a plantaciones «en las que sea menos necesaria la mano de obra», cuenta. «Yo también me estoy planteando cambiar los tomates por el pimiento o el calabacín, con la disminución del empleo que eso supone. Así, si para una hectárea de tomates cherry se necesitan de media 5 empleados, para una de calabacín se necesitan 2 personas y una de pimientos, con una persona sale, porque se recogen a mogollón, mientras que los tomates necesitan más cuidado. Las sandías también están muy mecanizadas», explica. Con medidas como las subidas del SMI, «en España cada vez se plantarán menos tomates y cada vez trabajará menos gente en la agricultura», vaticina. «Ya pasó con las judías verdes, que se las llevó todas Marruecos porque aquí eran muy caras. Es imposible competir con la mano de obra de un país que paga el jornal a menos de lo que aquí pagamos la hora», asegura.

De la mecanización también es consciente Antonio Moreno, el dueño de otra pequeña explotación de una hectárea de invernadero en Almería. Moreno, que tiene sólo a una persona contratada para trabajar los calabacines y los tomates, cuenta que ha capeado los 900 euros de SMI «echando los menos jornales posibles de fuera y trabajando yo más horas y los fines de semana». El agricultor niega que su único empleado haya salido ganando con la última subida del Salario Mínimo. «Al final ha ganado hasta menos, porque le he tenido que llamar menos días porque el precio de su hora era más caro. Es que te diré que ha salido perdiendo», declara. Su trabajador es refugiado «y muy bueno», apunta, «está aquí porque tiene un permiso de trabajo temporal, será difícil que encuentre otro empleo».

Subir el SMI a 1.000 euros como quiere el nuevo gobierno de Sánchez e Iglesias, implicaría incrementar el coste laboral de la hora en el campo a casi 10 euros, una utopía para este pequeño agricultor. «Eso es inviable, sería insoportable», señala el afectado que se declara «asfixiado por la presión de terceros países y los bajos precios de la distribución, que no nos paga en condiciones y no hace más que apretarnos. Las hortalizas dependemos del mercado, no de la PAC», asegura. Moreno manifiesta que «a mí me encantaría pagarle más a mi empleado, pero ¿cómo lo hago si yo ingreso lo mismo? Es de lógica que cuanto más pagas a un trabajador más contento está y mejor trabaja, pero es que si pago más jornal, yo no llego a fin de mes», lamenta.

Moreno pide a los recién llegados a Moncloa que desistan de su idea de elevar el Salario Mínimo a 1.000 euros. «Si nos ha costado aguantar con 900, con 1.000 es imposible. Si esto pasa, sólo nos quedaremos con el cultivo la familia. Yo soy una pequeña explotación, no voy a poder sobrevivir», lamenta. Sobre este asunto, el ministro de Agricultura, Luis Planas, que se reunió ayer miércoles con unos preocupados representantes de las organizaciones agrarias, se limitó a decir que la subida del SMI «será compatible» con el sector alimentario.

Lluvia de datos sobre el SMI

Los cálculos de COAG coinciden con la radiografía de la agricultura que se extrae de los últimos datos del Ministerio de Trabajo sobre el empleo de diciembre. Estas cifras revelan que 2019 terminó con 33.417 trabajadores menos en el campo, lo que vendría a confirmar los peores vaticinios sobre el SMI.

Además, hay una larga lista de instituciones que han advertido sobre la destrucción del empleo que está generando la subida del SMI en todos los sectores de nuestra economía. Desde el Banco de España a la Airef, pasando por BBVA, que ayer cifró el impacto de la subida en 45.000 cotizantes menos de los que se podrían haber generado de no haberse implantado.

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