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Otra nevada en la montaña
Por Eduardo López Pascual para elmunicipio.es
He leído en La Razón de la proa el excelente artículo, como todos los suyos, de Manuel Parra sobre la muy bella canción, himno no oficial de los montañeros juveniles, “Montañas nevadas”, y me he sentido aludido, citado, nombrado personalmente porque como dice él en su escrito, era una de las más bellas canciones que se interpretaban en las centurias del Frente de Juventudes, Falanges Juveniles, dónde yo crecí social y políticamente.
Sin embargo y al mismo tiempo, me ha inundado una especial congoja por cuanto mucho de lo que contenían y trasmitían esos versos, han perdido toda su vigencia y hasta sus tonos yacen olvidados por una inmensa juventud de talante azul no hablo de otras, naturalmente, muy alejadas de nuestras emociones.
Y la pegunta se me escapa de nuestros labios, al recordar tanto su demanda, como el espíritu de esperar, de hacer, de cumplir, aquellas exigencias de nuestro honor; hoy ya periclitadas y dejadas en el baúl de las cosas muertas. Porque yo me cuestiono, ¿Qué banderas al viento vamos a ondear, si carecemos de la voluntad mínima para izarlas? ¿Qué imperio espiritual, poético, podríamos ofrecer si en nosotros vive la negación misma de su posibilidad? ¿Qué promesas se alzarán al cielo, si no somos capaces de elaborar un eslogan creíble entre nosotros?
Dejar todo a la nostalgia de un tiempo pasado y no fructificar un empeño en su realización, por muy difícil que parezca la tarea, no nos da margen para un futuro rebrote de su música y de su letra; al contrario, marcaría el sabor de la frustración y el
desengaño. Mientras no volvamos a cantar con la misma ilusión su mensaje, su proyecto, no tendremos ni la mirada clara y lejos, ni el alma tranquila, porque- pienso-, hemos abandonado toda esperanza en reír con una nueva primavera. Por mi parte yo vuelvo a cantar “Montañas Nevadas” desde mi compromiso de lealtad a un sueño por conquistar.