El Gobierno socialista comunista dilapida más dinero público de los trabajadores españoles en una nueva campaña energética que supera todos los límites del despilfarro y que ofrece una clara muestra de mal gusto.
Campaña para insultar a los consumidores de luz y gas
El Ministerio para la Transición Ecológica ha sido el encargado de lanzar este esperpento de la comunicación con un vídeo y hasta una página web dirigidos a los ciudadanos «derrochólicos» que «malgastan» la energía en nuestro país (como si estuviera a un precio al que se pudiera malgastar).
El Gobierno insulta a los trabajadores españoles por consumir luz y agua
El departamento de Teresa Ribera asegura que «todos somos derrochólicos. Todos, de algún modo, malgastamos energía sin darnos cuenta. Es el momento de reconocerlo y de cambiar».
Lejos de reconocer que la dependencia energética exterior, la demonización de las nucleares, la hiperregulación del sector de la energía o su demencial política ecologista es lo que está disparando el precio de la luz o el gas a día de hoy en España, el Gobierno socialista comunista culpa al ciudadano y a los trabajadores españoles de a pie por consumir más energía de la que necesita. Ofreciendo por lo tanto una imagen de mal gusto para las familias que desde hace tiempo no llegan a fin de mes, ni a medio mes.
Por ello, «las medidas de ahorro energéticas más eficaces pasan por modificar nuestros hábitos», señala el Ejecutivo socialista sin vergüenza. En el vídeo, el Gobierno de Pedro Sánchez imita una reunión de alcohólicos, pero con consumidores de luz a los que hace pasar por adictos al gasto de energía. «De malgastar energía también se sale» llega a ser el insultante lema.
Los insultos a los trabajadores debería provocar la dimisión de Pedro Sánchez
El Gobierno, que no duda en inmiscuirse en la vida privada de los españoles hasta niveles nunca vistos en la historia de lo que llaman democracia, carga contra los que acostumbran a «poner la calefacción al máximo y luego ir por casa en calzoncillos». El disparate llega hasta tal punto, que han habilitado un test para que los ciudadanos calculen su «grado de derrochólico», que será muy alto si osan estar en casa en ropa interior.
