Por José Luis Antonaya
Camisas Azules en la calle
Quiero dar públicamente las gracias a la banda de Pedro Sánchez y a la interminable nómina de asociaciones «por la memoria» y demás chiringuitos del revanchismo subvencionado por poner de relieve la figura de José Antonio al profanar su sepulcro en el Valle de los Caídos.
Gran parte de la prensa sistémica ha puesto a sus becarios a mirar en la Wikipedia para cubrir la noticia de la profanación. Al final. Leer las crónicas de los amanuenses de la prensa oficial produce la misma mezcla de risa y asco de siempre. Pero, en esta ocasión. La ignorancia y la babosería habitual han sido de traca.
En Televisión Española han confundido la figura de José Antonio con la de D. Miguel Primo de Rivera, su padre. Otros, no se sabe si por estupidez, maldad o ignorancia. Han calificado de «genocida» la figura del Primer Jefe Nacional de La Falange, asesinado por los antecesores ideológicos de los que actualmente detentan el Gobierno de España.
En general, en los medios de izquierdas ha predominado, como es habitual, el sectarismo, la desinformación y la exhibición de su oceánica incultura. Todos ellos han pasado de puntillas sobre el hecho de que a José Antonio lo asesinó el PSOE.
En los de derechas, tan manipuladores como los rogelios pero algo más cultos, han evitado cualquier referencia a la bandera revolucionaria que alzó José Antonio y se han perdido en aburridísimas y confusas consideraciones sobre su cuna aristocrática. Los más meapilas han hablado de su catolicismo.
Pero, nadie, absolutamente nadie, ha hablado de Nacional-sindicalismo
En las tertulias en las que los todólogos de guardia de las distintas telebasuras hablaban sobre la profanación – ellos dicen «exhumación»- no ha habido NI UN SOLO FALANGISTA.
La lamentable e indigna familia de José Antonio, que tan buenos negocios realizó a la sombra del Régimen de Franco, ha hecho todo lo posible para evitar que los nacionalsindicalistas rindiéramos homenaje al Fundador. Se desviven por parecer más demócratas que nadie. Dan bastante asquete.
Pero toda la manipulación informativa, todas las trabas de una Policía que, en lugar de estar al servicio del Estado, ejerce como banda de la porra del Gobierno de turno, todos los escollos de una burocracia puesta al servicio de los profanadores, no han podido impedir que la nueva tumba de José Antonio se cubriese de coronas de laurel y rosas rojas.
La inquina, el revanchismo y la maldad de los tergiversadores de nuestra Historia han hecho que en las calles de Madrid vuelvan a verse cientos de camisas azules y de banderas rojinegras.
Ojalá la infamia que se comete contra la figura de José Antonio sea el revulsivo que saque de su letargo a la gregaria España actual, «neonormal», globalista y putrefacta.
Camisas Azules en la calle. Artículo de José Luis Antonaya.