Artículo de Martín Saenz de Ynestrillas publicado en sus medios de comunicación oficiales en las redes sociales sobre las próximas elecciones municipales y autonómicas del domingo 28 de Mayo.
Que no se te olvide por Martín Ynestrillas
Puedes acudir al circo, a prestar un apoyo de corazón, ideológico, acorde con tu modelo de sociedad, que nos sirva a todos como acicate….. o puedes ir a votar. Así, sin más. Para echar a otros, para que no ganen los “hunos” dejando ganar a los “otros”.
Puedes creerte que tu voto decide algo…. o puedes cumplir con tu obligación militante, tu compromiso moral, tu conciencia y tu deber y construir con nosotros lenta, pero inexorablemente, una alternativa que no te repugne, de la que no tengas que sentirte avergonzado a corto plazo o solo puedas contarla en tus círculos más íntimos.
Se que es difícil ser o sentir falangista. No es para todos. De hecho, los falangistas, los que de verdad creemos de forma espontánea e intuitiva en entidades permanentes de razón – Bien, Verdad, Justicia – no podemos dejar de serlo. Está impreso en el corazón y en el carácter. Luego el estudio, la lectura, los hechos y la comparación, lo perfeccionan.
Por eso no importan las posibilidades reales de las candidaturas o los resultados. Acudimos como un compromiso militante y no como parte del circo. Por eso lo hacemos sin fe y sin respeto. Y por eso es un acto de traición a uno mismo prestarse a juegos y cálculos electoralistas más allá de nuestra propia fe. Allá cada cual con su propia conciencia.
He visto los nombres de muchos, muchos viejos camaradas – alguna hasta en mi pueblo – en listas de supuestas organizaciones patrióticas que no son sino síntesis de derecha rancia y postulados liberales. Algunos hasta las encabezan o van en lugares “elegibles”. Otros ni siquiera pretenden ser elegidos: son “relleno”.
El mismo “relleno” que nos han negado a nosotros sistemáticamente, quizá porque en las listas de Falange eso les parezca “peligroso”. Esa negación que hace que listas como las de San Sebastián, Bilbao o Vitoria, hayan sido tumbadas, sin repuestos.
Es muy difícil jugar con sus reglas. Es tan difícil que muchos de nosotros no sabíamos ni en que listas íbamos para cumplir con los trámites. Porque es un tocomocho pensado para los de siempre. Y ¿a quién le importa?
Los que lo sabemos, los que entendemos de qué se trata, hemos dado un taconazo, hemos apretado los puños junto a las caderas y hemos esperado instrucciones – o las hemos dado, si ese era nuestro papel – para cumplir con el deber militante que se nos asigna en cada momento.
Ha habido quienes no lo han entendido. Quienes por lo visto se han creído que esto se hace para ganar unas elecciones y gobernar o algo así. Quienes se han enfadado con nosotros porque ni ellos ni nosotros mismos sabíamos cómo y dónde usar los nombres de los camaradas que, en primer tiempo de saludo, han entregado sus documentos. Esto no es para enseñarlo en casa y vacilar. Ni siquiera es un acto de confianza, sino de militancia.
Siento que algunos no hayan entendido cuán difícil es y les pido disculpas de antemano a todos ellos, si hemos dado por supuesto que un militante – real o virtual – no necesita algunas de estas explicaciones superfluas para cumplir con el deber exigido. Y les invito a la vez a incorporarse a la infraestructura de la organización para que entiendan y colaboren la próxima vez, a ver si con un poco de suerte terminamos de entenderlo de una vez.
Ahora ya está hecho como mejor hemos podido y sabido. Donde se han dado pasos al frente y se ha puesto la voluntad, la imaginación y sí, también el “relleno”. ¿Alguien piensa de verdad que nuestras expectativas superan, en el mejor de los casos, el primer nombre de cada lista?
¡Pues eso! ¡A trabajar! A volcarnos en las candidaturas, en las campañas y en los compromisos. Alzar la voz, con y sin elecciones de por medio.
Y el domingo, haz lo que te de la gana: milita, comprométete, vota falangista y apoya tu proyecto y tu concepción de la vida dándonos y dándote tu apoyo……. o simplemente vota, como los demás, como si fueras uno de ellos. ¿Eres uno de ellos?
Artículo de Martín Ynestrillas