La desnudez del rey
Por Carlos León Roch para elmunicipio.es
En estos días de canícula que estamos soportando es habitual que repasemos las lejas y las estanterías («baldas» les llaman en otros sitios) donde encontramos cuentos y novelas que nos apetece releer… o que descubrimos aún sin abrir… El último ha sido un cuento del danés Anderson, quien, a mediados del siglo XIX escribió un famoso cuento denominado “El traje nuevo del emperador». Una delicia rememorada… Porque «No tiene por qué ser verdad lo que todo el mundo piensa que es verdad». Y porque la Verdad no depende de los votos de pocos ni de muchos…
La desnudez del rey
Ese rey pidió a sus sastres que le confeccionaran una ropa finísima, con los más caros materiales de forma que dicha tela fuera invisible para los más estúpidos de sus súbditos…
Naturalmente, dicha tela no existía, pero los picaros sastres simulaban y los halagadores.
El rey decidió «estrenarlo». «Se vistió». Ninguno de los numerosos y agradecidos miembros «de su corte» admitieron que no la veían…
Y toda la ciudad había oído del fabuloso traje y estaban deseando comprobar cuan estúpido era su vecino. Los amigos del rey y todo el pueblo alabó el traje, temiendo que sus vecinos se dieran cuenta de que no podían verlo…
Pero, de pronto, un niño gritó, ¡Pero si va desnudo…!
Entonces, ¡todo el mundo repitió el grito “El Rey va desnudo!, pero él levantó la cabeza y siguió desfilando.
Un cuento delicioso y sugerente.
Información ofrecida por Carlos León Roch para elmunicipio.es
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