Tarragona ha encontrado la tumba del mártir san Fructuoso. Los documentos de un arqueólogo de los años treinta han sido una hoja de ruta clave para localizar el sepulcro, que se encuentra en un sorprendente buen estado de conservación.
RD / A pesar de no estar allí los restos del mártir -con la invasión musulmana fueron trasladadas a Italia-, el hallazgo del sepulcro y de parte de un ábside evidencian la existencia de una gran basílica de finales del siglo IV, escondida en el subsuelo de la Tabacalera, de la que se cree intacta en un 75%.
Según los arqueólogos, conformaría el conjunto paleocristiano más imponente de la península ibérica e, incluso, de la Europa Occidental. Con resignación, pero, tendrán que tapar los restos de nuevo.
No es ninguna novedad que Tarragona excave, descubra un hallazgo y se vea obligada a cubrirlo de nuevo. Los arqueólogos, sin embargo, no lo ven con malos ojos. «De hecho, si no se puede conservar y mantener en condiciones idóneas es mejor tapar, para que no se degrade el espacio», afirma la arqueóloga municipal Imma Teixell.
El equipo de arqueólogos ha tenido diez días y 2.000 euros para demostrar que bajo los edificios de la Tabacalera, al sur de la ciudad, se esconde una gran basílica paleocristiana que se levantó para venerar al obispo Fructuoso y sus dos diáconos, Augurio y Eulogio, quemados vivos en el anfiteatro del año 259.
Tomando de referencia la excavación llevada a cabo por el arqueólogo Joan Serra i Vilaró, muy bien documentada, ochenta años después los arqueólogos han vuelto a sacar a la luz lo que ya dibujaban los documentos de la época: restos del ábside del templo y, en medio de donde estaría el altar, el sepulcro sagrado donde, durante un tiempo indeterminado, permanecieron las reliquias.
La tumba se encuentra en un excelente estado de conservación. Incluso hay fragmentos del mármol con el que solían revestir los sepulcros. Justo al lado han aparecido dos tumbas más -una de niño y la otra, de adulto-, en una cota superior.
En el interior del sarcófago no se ha encontrado nada, aunque los arqueólogos tomarán muestras por si en un futuro se pueden hacer pruebas de carbono 14 sobre mortero. Uno de los grandes misterios es el recorrido que hicieron las reliquias de San Fructuoso, después del martirio el 21 de enero del año 259.
De hecho, se desconoce si esta tumba fue el primer receptáculo funerario de los restos, teniendo en cuenta que el templo se levantó a posteriori, a finales del siglo IV y principios del V. Se recogerán muestras de una cota inferior a la basílica para poder afinar más sobre su fecha de construcción, otro de los grandes interrogantes.
Los trabajos finalizarán esta misma semana y el espacio se podrá visitar un único día, el 2 de noviembre. Posteriormente se protegerán y se taparán para que en un futuro se pueda llevar a cabo la recuperación de la basílica -actualmente no se conserva ninguna resto- y pueda ser un espacio visitable junto con la necrópolis paleocristiana, extendida por toda el área, que limita con el Museo Nacional Arqueológico de Tarragona, y la iglesia funeraria más pequeña que hay bajo las estructuras del parque comercial Eroski.
«Son tres piezas, pero la que da sentido es la basílica», concluye el director del Museo Bíblico Tarraconense, Andreu Muñoz.