Una velada con mi gente.
Una sobrecarga de energía positiva.
Escuchar elogios inmerecidos ¡pero qué coño, cómo gustan! de buenos amigos como Rafa Gómez y Nacho Toledano.
Tener a Ariadna, mi hija mirándome, embobada, mientras hablo…
Tener junto a mí, como siempre, a mis cuatro hermanos.
Empezar hablando de literatura y terminar hablando de otra España, de una España que sigo imaginando ancha y justa para todos.
Llamar a las cosas por su nombre.
«Parlar en valenciá, la meua llengua, i proclamar el meu amor per Espanya».
Minutos mágicos, sueños compartidos, amigos presentes, amigos ausentes aunque presentes y alguna ausencia que sólo yo advierto… alguna ausencia con nombre de mujer.
Esto no ha hecho sino comenzar.
Es La consagración de la primavera…
Información ofrecida por Josele Sánchez.