Los idiomas son innatamente positivos. Así lo afirman los científicos de la Universidad de Vermont, Estados Unidos, quienes han conducido un análisis de 24 lenguas representativas de diferentes culturas en el mundo, basándose en un corpus de 100.000 palabras, con el fin de determinar el carácter positivo innato de los idiomas. Además han realizado un listado con las lenguas más felices, posicionando al español en la cima del podio. “Las palabras del lenguaje natural humano poseen una inclinación universal positiva”, sostiene el equipo de investigación.
Antecedente: la hipótesis Pollyanna
En 1969, psicólogos de la Universidad de Illinois comenzaron a estudiar la manera en que personas de diferentes culturas utilizaban el lenguaje. Concluyeron que sin importar la cultura, los individuos tienden a utilizar palabras positivas en lugar de las negativas.
Este hallazgo, conocido como la hipótesis Pollyanna, ha sido puesto en duda por el volumen de personas involucradas. Desde entonces se han realizado diversos estudios, entre ellos los de la Universidad de Vermont, cuyos resultados fueron publicados recientemente y que confirman lo ya establecido en 1969 por esta hipótesis.
¿Cómo han determinado cuál es el idioma más feliz del mundo?
La investigación comenzó con una compilación de palabras de 10 lenguas, entre ellas el inglés, español, francés, alemán, portugués de Brasil, coreano, chino mandarín, ruso, indonesio y árabe. Para cada una de las lenguas seleccionaron 10.000 de las palabras más utilizadas.
Luego, solicitaron a un equipo de nativos que clasificasen las palabras de acuerdo a una escala, desde las más negativas o tristes a las más positivas o felices. En total obtuvieran una media de 50 clasificaciones por palabra, con una base datos de aproximadamente 5 millones de clasificaciones individuales.
A partir de ello realizaron una distribución de la percepción de felicidad por palabra para cada lengua. Los resultados revelaron una tendencia universal de los idiomas hacia lo positivo, con el español a la cabeza, seguido por el portugués y el inglés. Entretanto, el idioma que genera menor felicidad es el chino mandarín.
El cambio de polaridad emocional de las novelas
Este ha sido el punto de partida para la investigación, indicó el autor principal, Peter Dodd. A partir de los hallazgos preliminares analizaron el cambio de polaridad emocional de las novelas, observando la frecuencia de palabras positivas y negativas en una sección del texto para determinar su inclinación emocional.
Esto demostró que, por ejemplo “Moby Dick” (Herman Melville) y “Crimen y Castigo” (Fiódor Dostoyevski) culminan de forma sombría, mientras que “El Conde de Montecristo” (Alexandre Dumas) el final posee un pico de felicidad, lo que expresa el efecto emocional que generan las novelas en el lector.
Para que todos puedan acceder a la base de datos y pongan a prueba el grado de felicidad o tristeza de las palabras, el equipo ha puesto la información a disposición del público en general en el sitio de la Universidad de Vermont.