Ignacio Camuñas, cofundador y vicepresidente de la nueva formación política Vox, ha abandonado recientemente el partido tras presentar por escrito su dimisión a la directiva. Su salida se suma así a la reciente polémica que envuelve a la agrupación tras el abandono de Cristina Seguí, una de las dirigentes, de su cargo en la dirección y las declaraciones de Alejo Vidal-Quadras respecto a una hipotética unión con Ciudadanos y UPyD, palabras que no sentaron nada bien al actual secretario general de Vox, Santiago Abascal, que le recordó que los votos no eran suyos ni de nadie de la dirección de Vox sino de los votantes. Exclusivamente.
Los resultados electorales en los pasados comicios europeos no fueron suficientes para que Vox, creado hacía apenas cuatro meses, consiguiera un eurodiputado en Bruselas. A tan solo quince días de su Congreso del 20 de septiembre, en el que sus afiliados deberán elegir presidente, Cristina Seguí, miembro de la Ejecutiva Nacional de Vox, abría la caja de Pandora al acusar al presidente en funciones, José Luis González Quirós, de lucrarse de forma irregular con el partido: «Vox se había convertido en un cortijo de subsistencia para algunos», defendía Seguí en una reciente entrevista a un medio de comunicación. Una semana después, dimitía de su cargo.
Tras ella vendría el turno de Alejo Vidal-Quadras, ahora expresidente del partido, que reconocía también que los resultados en las pasadas elecciones europeas y el rápido ascenso de Podemos requeriría una coalición entre UPyD y Ciudadanos a la que él se sumaría «gustoso». Además, no rehuía la autocrítica: «Ya hemos visto que cada uno por separado no podemos. Hablo por mi propia experiencia en Vox. Seguir empeñándose es absurdo».
Mientras tanto, el secretario general de Vox, Santiago Abascal, ha asegurado que publicará todas las cuentas del partido y garantizará la transparencia en caso de ser elegido presidente en la asamblea del 20 de septiembre. Pero hasta entonces, parece que no habrá calma dentro del partido VOX.
