Pocos británicos hay más europeístas que los gibraltareños, que saben que su modo de vida, de facto un paraíso fiscal, se beneficia enormemente de la libre circulación que facilita la Unión Europea y de su mercado de 500 millones de personas. Según las encuestas del diario local, el «Gibraltar Chronicle», más del 80 por ciento de los vecinos con derecho a votar en el referéndum del 23 de junio se inclinan por la permanencia del Reino Unido en la UE. El ministro principal, Fabian Picardo, un abogado de 44 años que estudió en Oxford, lleva alertando desde comienzos de año de los riesgos para el territorio de dejar la UE y ayer fue todavía más drástico. En una entrevista al Sky Channel, la televisión de Rupert Murdoch, advirtió que Gibraltar tendría que plantearse unirse a España si el Reino Unido opta por el Brexit.
ABC / «Si Gibraltar quiere seguir teniendo acceso al mercado único y a los derechos de libre movimiento que hoy disfrutamos, tendríamos que volver a considerar unir nuestra soberanía con España, algo que nadie en Gibraltar está preparado para considerar», explicó Picardo. Posteriormente, trató de rebajar el tono para significar que el Brexit es realmente una amenaza a la soberanía del propio Peñón.
Cordón umbilical
También recordó que sobre el Peñón pende la amenaza de un nuevo cierre de la valla, medida que ya implantó el Gobierno español entre 1969 y 1975: «El actual ministro de Asuntos Exteriores [García-Margallo] ha sido claro y ha dicho que si Reino Unido abandonase la UE, significaría el cierre de la frontera. No al día siguiente de la votación, pero sí cuando Reino Unido salga de forma efectiva». De hecho, en su matización posterior Picardo atribuía la unión de Gibraltar con España a un planteamiento formulado por el propio Margallo, y no por él como ministro principal del Peñón.
Hace tres años, en medio del parón político veraniego, el ministro Margallo anunció en una entrevista en ABC el fin de la política de tolerancia del Gobierno de Zapatero hacia el enclave británico. Lo hizo con una frase que fue muy sonada: «Se acabó el recreo en Gibraltar». En sus declaraciones a este periódico explicaba que hasta la llegada de Moratinos «nunca un ministro de Exteriores había puesto a Gibraltar al mismo nivel que España y Reino Unido y reconocido algo como el Foro Tripartito. Aquello fue un disparate».
España inició de inmediato controles más estrictos en el paso fronterizo, que provocaron colas de horas. Según los cálculos de Picardo, diez mil de los 32.000 residentes gibraltareños salen cada día a trabajar fuera, además del paso de turistas y visitantes que acuden por motivos de negocios, de ahí la importancia del paso de la valla, el cordón umbilical del Peñón. También se empezó a luchar más en serio contra el descarado contrabando de tabaco.
Gibraltar, una anomalía que data del tratado de Utrecht de 1713, mantiene una boyante economía gracias a que es sede de enormes compañías británicas de juego online, merced a sus ventajas fiscales. Esa tributación laxa hace que sea también territorio elegido para matricular muchos vehículos que por supuesto jamás rodarán por sus carreteras. Completa sus ingresos con los servicios financieros y el puerto. Está considerado por los organismos internacionales un paraíso fiscal, y no es el único de lealtad británica: Jersey, Isla de Man, Bahamas e Islas Vírgenes Británicas. A comienzos del mes pasado, a raíz del pirateo a los ordenadores de Mossack Fonseca, se destapó que David Cameron había tenido 37.500 en un fondo offshore de su padre, Ian, en Bahamas. Mossack Fonseca, bufete panameño, tenía también una oficina gibraltareña que acaba de cerrar.
Picardo, que se juega el vidrioso negocio del Peñón en el referéndum, había advertido ya en febrero en declaraciones a la BBC que el Brexit es «una locura». También evocó entonces que Europa fue la clave de que España se volviese más tolerante con Gibraltar: «Recuerden que España cerró la valla en 1969 y fue solo ante sus negociaciones para acceder al Mercado Común Europeo que accedió a abrirla. Nosotros vemos a la UE como una garantía de la libertad de movimiento de la gente».
Este mismo mes, los Gobiernos de España y el Reino Unido han tenido un nuevo roce debido a Gibraltar. El ministro de Justicia español, Rafael Catalá, se negó a acudir a una recepción de Cameron en el Número 10, con motivo de una cumbre internacional anticorrupción, a modo de protesta porque un día antes el titular de Exteriores británico había visitado el Peñón.