Mariano Rajoy volverá a presidir el Comité de Dirección del PP. Es su forma de volver a estar en el partido, de controlarlo y de mejorar la coordinación con el Gobierno. En síntesis, quiere que nada se le escape tras una legislatura en la que maitines dejó de tener prácticamente importancia convirtiéndose en noticia las rencillas entre ellos y con Soraya Sáenz de Santamaría, que mantenía el control en la Moncloa.
LD / Ahora, tres años después, Rajoy quiere ejercer de jefe, que todo pase por él, tanto en Génova como en el Ejecutivo. Pese al ruido interno, mantiene a María Dolores de Cospedal como secretaria general, pero le quita el papel principal. Él será quien presida la reunión del partido semanalmente, cosa que sólo ha hecho una vez desde que entró en Moncloa. Barones consultados por este diario dieron por descontado que Cospedal dejará el cargo en el congreso nacional, que se mantiene para primeros de 2016. Esto es, tras las generales.
Al lado de Cospedal, seguirá sentándose Javier Arenas. Rajoy es consciente de que no se entienden. Más aún, de que con el paso de los años han ido distanciándose de manera irremediable. Pero, pese a saber que la número dos no quiere al andaluz, él sigue confiando en él. Ya le incluyó en su comitiva en la campaña de las municipales y autonómicas, y fue Arenas el que ha controlado las negociaciones para la constitución de los ayuntamientos.
Salvados los dos pesos pesados de maitines, aunque con Cospedal en aparente retirada, Rajoy sólo sacrificó a Carlos Floriano, que fue la sorpresa del congreso de Sevilla de hace tres años. Su sustituto al frente de la vicesecretaría de organización será Fernando Martínez Maillo, amigo personal del presidente que actualmente ocupa la presidencia de la Diputación de Zamora. Floriano dio las gracias al Comité Ejecutivo, y éste le respondió con un sonoro aplauso.
Esteban González Pons también pierde la vicepresidencia de Estudios y Programas, pero seguirá en la cúpula en calidad de portavoz del PP en la Eurocámara. Para este cometido, Rajoy elige a la joven Andrea Levy, del PP catalán.
Los jóvenes entran con fuerza, y para ello el presidente crea dos vicepresidencias nuevas. Tal y como avanzó este diario, Pablo Casado será la nueva imagen de la formación. Esto es, Cospedal previsiblemente no volverá a comparecer en rueda de prensa. Rajoy le convierte en vicesecretario de Comunicación, y ello pese a su pasado aznarista y aguirrista. «No hay que perderle de vista», reconocieron fuentes próximas al líder. La otra vicesecretaría, la sectorial, recae en manos de Javier Marato, exalcalde de Vitoria y nuevo referente en alza.
Jorge Moragas cierra los nombramientos. Asumirá la dirección de la campaña para las elecciones generales, un puesto clave que eleva aún más su influencia, toda vez es también el jefe de gabinete. Esto es, será su sombra tanto en la Moncloa como en el partido, el que le susurre sobre las cuestiones clave y le ayude a coordinar más la labor de ambas casas.
«Voy a implicarme en esta etapa mucho más en la vida del PP», destacó ante la nueva cúpula de la formación. También quiere controlar más el Gobierno y ser la cara visible de los buenos datos económicos, lo que se entiende como un quebranto del poder de Sáenz de Santamaría, que -a la espera de los ajustes en el Gobierno, si es que llegan- seguirá siendo vicepresidenta y portavoz.