El día que Leyre dijo “papá” por primera vez, Fernando, de 37 años de edad, y Laura, de 36 años, sintieron que habían cumplido el deseo de formar una familia, tras ocho años intentándolo. Ese fue el tiempo en que la pareja de madrileños tuvo que esperar para adoptar a la niña vietnamita, que acaba de cumplir 18 meses y que llegó a casa en junio. Esa demora ha provocado una brusca caída en el número de personas interesadas en adoptar tanto en territorio nacional como internacional. Entre 2010 y 2014 las nuevas solicitudes de adopción en España – donde el tiempo de espera es de cuatro a ocho años – se redujeron a la mitad (de 3.376 a 1.431), según los datos del Ministerio de Sanidad, Seguridad Social e Igualdad.
LA NUEVA LEY DE INFANCIA
El País / El Consejo de Ministros aprobó en febrero de 2015 una nueva Ley de Protección a la Infancia para agilizar los procesos de adopción, pero aún no se ha puesto en marcha. Susana Morales, presidenta de la asociación Familias de Colores, afirma que la ley solucionaría el problema de la manutención de 13.563 menores adoptables en el régimen de acogida.Por ello, ha creado una petición en Change.org para presionar a los partidos a desarrollar la normativa, que ya suma más de 158.000 firmas. En la última efímera legislatura, Ciudadanos presentó una proposición no de ley para tramitar con urgencia la medida. El PSOE y Podemos se sumaron a la iniciativa, pero los populares votaron en contra.
En el mismo período también han bajado en un 72% (de 5.000 a 900) las solicitudes internacionales, porque los plazos en el exterior no han dejado de alargarse. Entre 2005 y 2010, cuando hubo un boom de adopciones en otros países, superando las 5.000, el tiempo medio de espera era de dos años. Actualmente, ese plazo puede llegar a los ocho años, según CORA (Coordinadora de Asociaciones en Defensa de la Adopción y el Acogimiento). La ratificación del Convenio de La Haya, que protege mejor el interés y el cuidado del menor, pero que endurece los requisitos, y el cambio de políticas de adopción en países como Rusia o China justifican las cifras. “Primero esos estados intentan que los niños sean acogidos dentro de la propia familia o en el mismo país. Solo si no se cumplen esas expectativas pueden ser asignados por extranjeros”, explica Benedicto García, coordinador de CORA (Coordinadora de Asociaciones en Defensa de la Adopción y el Acogimiento).
Por eso Fernando y Laura decidieron adoptar en Vietnam, con la ayuda de una entidad colaboradora en la adopción internacional (ECAI). Aun así, vivieron una odisea burocrática. Empezaron los trámites en 2008, cuando el país acaba de abrir relaciones con España. “Nada más empezar, hubo una avalancha de interesados en adoptar allá y tardamos en entrar en la lista de espera”, cuenta Laura. Luego España cortó por un año las relaciones con Vietnam, que cambió su ley de protección a los menores, lo que significó otros dos años de espera. Por fin, entre 2010 y 2011, el país asiático decidió que solo daría en adopción a niños con hermanos, necesidades especiales o algún grado de discapacidad. Fernando y Laura solo pudieron tener a Leyre porque la niña sufre una dermatitis atópica.
Si hubiese tenido que esperar más, la pareja no hubiera podido tener una hija, ya que en España el límite de edad para solicitar la adopción es de 40 años. “Hay que empezar los trámites a los 35 años, aproximadamente, porque cuando te asignan un hijo ya tienes entre 40 y 45”, afirma Benedicto García. El coordinador de CORA asegura que esa es otra razón por la que han descendido las solicitudes. “A esa edad, la mayoría de las personas no tiene una vida económicamente estable y no se plantea tener una familia”, señala García.
Espera en doble fila
Para aumentar las posibilidades de tener un hijo, muchas familias optan por apuntarse a las listas de adopción nacional e internacional a la vez. Fue lo que hizo García, hace 25 años. Él y su pareja lo intentaron en España y, después de cuatro años de espera, empezaron a tramitar la adopción en India, donde tuvieron a una hija dos años después. Cuando la niña llevaba un año en casa, se les asignó, tras siete años de haber empezado el proceso, un hijo español.
Lo mismo les pasó a José Antonio y Mari Ángeles, una pareja que no podía tener hijos biológicos y que decidió adoptar en 2000. En aquel momento, las listas españolas estaban cerradas, por lo que decidieron probar suerte en India. En 2005, su primer hijo llegaba a casa, con dos años. Cuando todavía tramitaban la adopción en Asia, España abrió las solicitudes y ellos se apuntaron. En 2007, conocieron a su hijo español, con tan solo 12 días de vida. “Cuando eres padre adoptivo, no eliges cuantos hijos vas a tener, ni cuándo. Eso depende de la burocracia. Lo único que puedes hacer es estar preparado para todo”, afirma José Antonio.
Fernando y Laura emprenden el mismo camino. Quieren dar un hermano o una hermana a Leyre y están en la lista de espera para adoptar en España. Se preparan para otra “gestación” larga, pero esta vez con menos ansiedad. “La primera adopción es muy dura. Sabes cuando empiezas, pero no sabes cuándo va a acabar, o si acabará bien. Ahora que ya somos una familia nos sentimos más preparados para seguir intentándolo”, cuenta Fernando.