Como si se tratara de una pieza de dominó, el movimiento de Pedro Sánchez, postulándose hoy para intentar un gobierno alternativo, provocó una reacción en cadena en la que una a una fueron cayendo las estrategias de todos los partidos, que estaban convencidos de que las próximas semanas iban a estar políticamente paralizadas por culpa de las elecciones vascas. Pues bien, bastaron unas frases del líder del PSOE para que resucitase la pretensión de buscar un acuerdo a tres con Podemos y Ciudadanos. Un triángulo hasta ahora imposible por culpa de los vetos mutuos de los nuevos. Sin embargo, fuentes socialistas aseguraron que se empezará a sondear en los próximos días en las conversaciones que Sánchez piensa mantener telefónicamente con Pablo Iglesias y Albert Rivera.
El Mundo / La confusión por el ofrecimiento del líder socialista en la segunda votación de la investidura fallida de Mariano Rajoy inundó rápidamente el Congreso y dio pie a una ola de interpretaciones. Pablo Iglesias quiso hacer la suya -de manera «prudente» hasta que se fuese más «claro»-, pero barriendo para su casa. El líder de Podemos abrazó un hipotético gobierno de coalición entre el PSOE y su partido, sobre el que fue rotundo al manifestar que Podemos sólo está por la labor de aceptar que el papel a jugar por Ciudadanos sea para apoyar desde fuera ese Ejecutivo «de cambio». No conviviendo dentro de él como un socio más. «Ciudadanos y Podemos no pueden gobernar juntos, pero sí pediríamos el apoyo de Ciudadanos a un gobierno nuestro con el PSOE, por responsabilidad», sentenció Iglesias al salir del Pleno. «Somos incompatibles en materia económica y han repetido hasta la saciedad que están en política para que no gobierne Podemos», ahondó.
El escenario abierto parece un viaje en el tiempo, que retrotrae la situación política al mes de marzo. Entonces Sánchez instaba a las «fuerzas del cambio» -Podemos y Ciudadanos- a buscar un acuerdo conjunto. Sin embargo, fracasó en ese objetivo, pese a que se llegó a celebrar una reunión a tres bandas. La primera reacción de Iglesias planteó esencialmente lo que entonces. Podemos quiere pactar con el PSOE, pero no de cualquier manera. Pretende un gobierno «juntos», es decir, de coalición. Con ministros de unos y de otros. Y lo que desea es que Ciudadanos se sume como un apoyo parlamentario externo -«pedirle los votos»-. «Como sospecho que nos diría que no, a partir de ahí creo que habría que pedirle los votos a otras formaciones», dijo Pablo Iglesias. Esto es, los independentistas de ERC y Convergència, y los nacionalistas del PNV.
Por si a Sánchez se le pasara por la cabeza intentarlo en solitario. Iglesias recalcó todo el tiempo que ese gobierno sería «juntos». Y advirtió de que «nunca» se pueden dar «apoyos gratis». «En política tiene que haber acuerdos en torno a programas» y no «sin decir qué políticas se van a aplicar», recalcó.
Según han informado distintos dirigentes de Podemos, en las últimas semanas ha existido el contacto entre ambos líderes, algo que no ha desmentido el PSOE, que se ha limitado a acotar que no habían abordado la formación de un gobierno alternativo. Por otra parte, también en estos días, líderes territoriales del PSOE como Ximo Puig, Javier Lambán o Emiliano García-Page habían insistido en la necesidad de abrir un periodo de «reflexión» para responder a la pregunta de cómo iba el PSOE a evitar nuevas elecciones. Guillermo Fernández Vara habló abiertamente del paso del no a Rajoy a la abstención. Pero otros barones como Miquel Iceta animó a Sánchez a «explorar otras alternativas». Las palabras de Sánchez en el Congreso bien podrían considerarse una cesión a los barones, en el sentido de adoptar un cambio de posición y abrir la puerta a una vía alternativa. Moverse del «no es no» y ofrecer opciones a las elecciones. Algo que negaron desde el entorno de Sánchez, si bien admitieron que la posición de Ciudadanos de dar por vencido el acuerdo con Mariano Rajoy puede abrir un nuevo panorama siempre y cuando se levanten los vetos.
