LO GRADUADO EN LA POLÍTICA
Por Eduardo López Pascual para elmunicipio.es
Me trasladaba un excelente amigo y camarada una reflexión, que él calificaba de realista, en la que el antiguo líder de Falange Española de las JONS Auténtica, Pedro Conde, hacía sobre la viabilidad de la doctrina nacional sindicalista, en medio del capitalismo imperante en España, y por extensión en el resto del mundo. Creo que lo decía como argumento reforzado para la idea de la imposibilidad falangista. Naturalmente desde el respeto que me producen las palabras de mi antiguo Jefe Nacional de Falange Española de las JONS (A), aquel partido del que yo fui parte de su dirección, poco tiempo es verdad, pero suficiente para tener toda mi admiración hacia aquellos que lucharon por restablecer la dignidad de una fuerza política, debo de señalar mi total discrepancia con tal conclusión, y difiero completamente de quienes abogan por esa actitud que en definitiva es admitir, por irreal y anacrónica, toda la teoría social y económica del Nacional Sindicalismo.
A la contra, creo personalmente que es un error de análisis político el renunciar a la posibilidad de establecer nuestros principios, y se debería de mirar desde otros puntos de vista críticos, para justificar la presencia de nuestras tesis, para esto, pienso que es suficiente hacer un análisis desde la óptica que pregonaban políticos de la izquierda clásica, como la que propugnaba por ejemplo Enrico Belinger, Santiago Carrillo con su Eurocomunismo, y sobre todo, Antonio Gramsci, que ofrecía un tratado de cómo llegar al marxismo práctico. Es solo, quizás, un problema que Ío denomino de graduación. Nadie quiere una implantación de la noche a la mañana, de golpe, para conseguir una sociedad comunista; nadie asume una Revolución a lo bruto. y lo mismo sucedería con el Nacional sindicalismo que, tal como comentaba José Luis Aranguren, (no sic) sería dar pasos a pasos para avanzar, pero firmes y comprometidos hasta hacer real la idea.
Habría que ir gradualmente, decreto a decreto, órdenes ministeriales sucesivas, proyecto a proyecto, sin prisas, pero sin pausa para primero, hacer inútil la habilidad del capitalismo, que decía Pedro Conde, y segundo para poder incrustarse con normalidad en el universo de la ley y de la sociedad capitalista, en la que tendría que convivir en primeras instancias. No se trata de suprimirlo, sino de construir poco a poco una especia de segunda sociedad, con una praxis nacional sindicalista. Ahora, lamentablemente hay quienes utilizan esta práctica en la que grado a grado, van imponiendo su ideología, que no es sino su vieja aspiración de un mundo proletario, por más que el proletario, como tal, hoy no exista salvo en lugares donde no existe la razón. ¡Café¡