El pederasta de Ciudad Lineal detenido ayer en Santander metía pastillas de Orfidal dentro de las golosinas que ofrecía a las niñas de las que abusaba. Así lograba engañarlas para que se tomasen el lorazepam que permitía que perdieran la consciencia y que luego no recordasen lo que había ocurrido. Según el informe policial, «aprovechaba el uso de narcóticos sedantes con principios activos como el Lorazepam para anular la voluntad de las menores y perjudicar su recuerdo». «Las consecuencias de tomar este psicofármaco, que se utiliza para tratar estados de ansiedad y siempre bajo prescripción médica, son sobretodo la sedación», explicaron fuentes policiales. Hay que subrayar que una sobredosis de este mismo medicamento provocó supuestamente la muerte de la niña Asunta Basterra.
En al menos tres casos el pederasta narcotizó a las víctimas para cometer los abusos en un domicilio de la calle de Santa Virgilia, del barrio de Hortaleza. Y a una de ellas estuvo a punto de costarle la vida, ya que le dio más de seis comprimidos, una dosis casi letal para una pequeña de seis años. De ahí que se la acuse además de los delitos sexuales de dos delitos contra la salud pública y de otros dos de tentativa de homicidio.
Antonio Ángel Ortiz Martínez, de 42 años, fue arrestado ayer en Cantabria donde se había refugiado en casa de un tío para escapar del cerco de la Policía, que le seguía la pista desde hace dos semanas. Según detalló ayer el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz. La Policía le imputa cinco agresiones sexuales consumadas entre junio de 2013 y agosto de este año. Todas sus víctimas tienen entre cinco y 11 años.
El detenido se había convertido en el objetivo número 1 de la Policía y había creado una gran alarma social en los distritos situados al este de la capital de España: Ciudad Lineal, Hortaleza y San Blas.
En la actualidad, trabajaba para una empresa de compraventa de vehículos de la zona sur de la región, por lo que cambiaba de coche con facilidad.
Según las pesquisas policiales, Antonio se habría encargado de cobrar deudas a clientes que no pagaban dinero a esa empresa, según fuentes del caso.
Las principales dificultades eran las pocas pistas que dejaba el pederasta, su falta de relación con las víctimas y el hecho de que las narcotizara. Eso provocaba que las pequeñas tuviesen un muy vago recuerdo de los hechos. Además, a dos de ellas ha sido imposible tomarles declaración debido al trauma sufrido. «Cada vez que veían a un hombre echaban a correr», declaró un agente. En dos casos el pederasta subió a las pequeñas a un piso y en los otros tres cometió los abusos dentro de un coche.
Información ofrecida por el Diario El Mundo.