Por Pedro Conde Soladana para elmunicipio.es
¿Quién ha sementado?, ¿quién ha vuelto a echar sobre la tierra de España esta semilla que, como la de la cizaña, puede envenenar otra vez el manto regenerado y fértil de su suelo?
“PODEMOS” no ha nacido por generación espontánea. Parece y es la inseminación artificial procedente de un insensato, un indolente o un solemnísimo bobo en la vagina de una arpía.
Este análisis no va a ser sobre ese partido o suma de partidas de extrema izquierda que ha tomado su nombre de la primera persona del plural del presente de indicativo del verbo poder: “PODEMOS”. El nombre, hay que reconocer, tiene su intención y acierto. Es como quien ha visto el panorama, el campo de batalla con que se ha encontrado sin esperarlo y dice: “la ocasión la pintan calva, no sólo podemos ganar esta batalla sino la guerra total porque táctica y estratégicamente nos la han puesto a güevo”.
Y ¿quién ha sido el inepto general y su estado mayor que ha brindado a su más acérrimo enemigo la posible y fácil victoria?
Parece mentira; pero se trata de uno de esos hechos que solamente la más cruda realidad de hacer ver y creer lo que parecía imposible.
Un partido político que gana unas elecciones generales con la mayoría absoluta más amplia de las habidas en la presente democracia y que en cuestión de una legislatura todavía incompleta derrocha el inmenso capital político que sus afiliados y votantes ponen en sus manos, roza lo increíble. Es tal el asombro, tales las dudas, tantos los interrogantes que se plantean ante ese derroche de capital político y social y, como consecuencia, el temor a una inminente debacle para España que las respuestas a las preguntas que nos hacemos quienes no queremos cerrar los ojos ni los oídos ante tan gravísima situación no son precisamente ni moderadas ni respetuosas con los responsables de esta peligrosa deriva.
Desde el monarca, que ha dejado la corona de esa manera, al actual Presidente del Gobierno con su cúpula gobernante, todos aparecen como sujetos de conductas definidas en los códigos, penal y civil, como propios de delincuentes, cuyos delitos tienen nombres como éstos: traición, latrocinio, cohecho, cooperación para el delito, connivencia con el delincuente, engaño a la ciudadanía, encubrimiento, falsedad, prevaricación, malversación, delito fiscal, etc., etc.
Un partido que recibe en un voto masivo y mayoritario el mandato de corregir la nefasta y destructora acción de gobierno de un “bobo solemne”, un tal ZETAPÉ –que traducido quiere decir: ¡PERO QUE ZOTE!-, además de ruin y villano, tanto como para declarar ostentosamente no creer en la nación para la que había sido elegido Presidente del Gobierno, y el tal partido ganador empieza a incumplir, nada más iniciar la andadura gubernamental, su programa en puntos económicos que formaban parte básica del mismo, pasando después a arrollar, como una apisonadora, principios políticos esenciales del credo propio y el de sus votantes, como la unidad de España, entre otros. ¿No es como para preguntarse si el Presidente de ese partido y del Gobierno, el señor Rajoy Brey, es un lacayo, una marioneta de poderes ocultos dispuestos a destruir esta vieja nación?
Hay una fecha clave en la moderna Historia de España, desde la que ésta ha empezado a perder su identidad y ser y en la que tales poderes ocultos se presienten como una poderosa mano negra. La fecha es la del 11 de marzo de 2004, el 11-M para la Historia, en la que se produce una masacre inédita en Europa, inexplicable e inexplicada.
Y cuando tanta gente creía y esperaba, millones de españoles, que la llegada nuevamente al poder del Partido Popular nos habría de aclarar suceso tan criminal y trascendente para España no sólo no lo hace sino que extiende y hace aún más grueso el manto de ominoso silencio para evitar que, quienes de aquellos españoles dispuestos a seguir investigando para conocer la verdad, puedan hacerlo. Los silencia o los echa de sus puestos desde los que podrían seguir aportando pruebas concluyentes. ¿No es para caer en todo tipo de sospechas, hasta las más extremas?
Y mientras, la cúpula y el Presidente de ese partido, el PP, trabajando y colaborando, contra las creencias, opinión y dolor de sus votantes y simpatizantes en la paulatina desarticulación el Estado Español; echando del partido a sus mejores hombres y mujeres, españoles hasta la médula, víctimas del terrorismo más feroz, que ven como esta vieja y entrañable nación se desintegra con una especie de muerte asistida.
¿Cómo, pues, calificar la conducta y acción de este Gobierno presidido por ese oscuro y nada fiable individuo llamado Mariano Rajoy Brey? Insensatez, ineficacia, traición, planificación destructora, mandato impuesto, cobardía, desconocimiento histórico de su propia identidad…? El tipo ¿no es la reencarnación de Bellido Dolfos?
Pedro Conde Soladana