El verdadero sentido de la Revolución
Por Salvador Montero para elmunicipio.es
“Revolución”, término que a todos nos resulta familiar. Palabra que encarna el deseo de dar un vuelco al orden establecido. Conjunto silábico en el que se depositan los anhelos y se reaviva con los sueños. Muchas han sido las revoluciones que ha visto la Historia: desde arriba y desde abajo; industrial y rural; técnica y energética; de los siervos y de los patronos; contrarrevolución; francesa, rusa…
No han sido los pocos los pensadores y filósofos que la han hecho alusión, la han intentado perfeccionar e incluso han osado a parcelarla en fases. Así como muchos la han invocado, otros tantos han fracasado en su intento de convertirla en realidad. Y, para más escarnio, después de un proceso revolucionario sangriento, se han convertido en mayores monstruos que los que alejaron del poder.
La Revolución y la juventud
A menudo el término revolución se asocia con la juventud. No es desconocido que, en nuestros años de comenzar a emprender el vuelo, el fervor discurre por nuestras venas. Y calienta nuestro pecho pensando que todo es posible. Cuando somos jóvenes todos nos hemos sentido héroes. Pero los grandes poetas épicos fracasaron al definir al paladín de los mitos clásicos, ¿qué es un héroe sino un imprudente con suerte?
En este punto he de inferir, la revolución no es cuestión de edad ni entiende de edadismo, es sino la esperanza depositada en un cambio que no puede, sino que se sentencia que es posible. A veces uno tiene la inmensa suerte de que ese anhelo no lo pierde con el tiempo y le acompaña hasta el final de sus días.
No sabría dilucidar si se trata de una suerte de más bien de una maldición. La maldición de sentir apasionadamente, con esa vehemencia que te impide descansar cuando la luna es la protagonista en el cielo estelar, y, peor aún, la maldición de creer en enormes empresas y luchar con arrojo por ellas. Igual que cierto hidalgo convirtió a los molinos en gigantes y se enfrentó a ellos con una lanza.
¿Qué es ser revolucionario?
Entonces surge y es natural la duda, ¿qué es ser revolucionario? Ser revolucionario no es sentirse diferente por ser el más rudo o el fuerte. Se es revolucionario cuando se conoce cuál es verdaderamente el sitio al que se pertenece, aguardando paciente a la batalla cuando ni siquiera se quiere participar en ella, sabiendo que, si hay que luchar, conformas alegre la primera fila. Se es revolucionario cuando velas por el bienestar del otro, aun teniendo que olvidar el propio. Se es revolucionario cuando se entrega la vida al bien común.
El verdadero sentido de la Revolución
Se es revolucionario cuando no se quiere reinar sobre las cenizas sino construir sobre la base sólida ya existente y verla brotar con una nueva vitalidad. Se es revolucionario cuando frente a la comodidad se elige el incierto y espartano camino de la acción. Se es revolucionario cuando abrazas el cambio y lo guías a mejor.
Se es revolucionario cuando si se ha de bailar con la muerte, la miras a los ojos y la agarras de la cintura, pues el tango es cosa de dos. Se es revolucionario cuando si el odio separa, el amor une. Se es revolucionario cuando se tiende una mano amiga aun sabiendo que el receptor te clavará un puñal.
Se es revolucionario cuando se AMA, sí, en mayúsculas, cuando se ama de verdad, conociendo los dones y pormenores del amado, pero amando mucho más a la persona que puede llegar a ser. Se es revolucionario cuando entiendes y es inexpugnable el término trascendental de Patria. Pues sabes que tu principal misión es transmitir tan vital sentimiento a los que creen padecer de ella.
Se es revolucionario cuando se es justo y se cree en la irrevocabilidad y universalidad de la Justicia. Se es revolucionario cuando comprendes que el pasado, el presente y el futuro son uno y debes, ante todo, honrarlos. Se es revolucionario cuando frente a las proclamas fáciles prefieres la poesía que da vida. Se es revolucionario cuando se comprende que los valores marcan el compás de cada uno de tus pasos.
Son muchos los elementos que conforman a un revolucionario, pero se pueden resumir en una sola enseñanza: se es revolucionario cuando en un mundo cambiante y aciago, eliges ser tú. Nadie podrá arrebatarte esa parte de ti que regalas con las obras que eriges con tus manos. Y, con cada paso, darás el ejemplo que te mereces.