La amnistía de Dios
Por Carlos León Roch
La polémica vigente sobre la inminente ley de Amnistía, preparada para su aplicación a los procesados por el golpe de Estado en Cataluña nos lleva a recordar la Amnistía más grande que el mundo conoce, que no es otra –para los creyentes cristianos- que la que se nos ha otorgado en el momento de recibir el Bautismo. En ese instante, el Pecado Original cometido por nuestros primeros padres Adán y Eva, que se transmite a toda la Humanidad a lo largo de todas las generaciones, es literalmente «borrado» de nuestras almas… Ha dejado de existir. Y a partir de ese momento, la vida de cada uno de nosotros ha de afrontar los pecados que día adía nos afligen ( sí, esos «70 veces siete).
Y ante esos pecados «cotidianos» Dios también nos «indulta», nos perdona, mediante el Sacramento de la Confesión…. Nos perdona, nos «indulta» pero no nos «amnistía», porque, una vez perdonado (indultado) el pecado, queda una estela, una sombra tras él, que permanece para siempre, aunque confiamos que no nos impida nuestra final presencia ante Él.
Y es que el indulto (el perdón) es una potestad habitual del que ostenta el poder, humano o divino, pero en los delitos del ámbito judicial quedan esos «antecedentes penales», similares a los «velos» residuales del pecado…
La amnistía de Dios
La Bondad de Dios nos permite «borrar» (amnistiar) el Pecado Original; y esa suprema Bondad nos permite el perdón (el indulto) de los pecados personales posteriores (que son perdonados, no amnistiados).
En el ámbito político nacional, se acepta, con absoluta excepcionalidad, la Amnistía en caso de un cambio radical de Régimen Político, como ocurrió en la llegada de la II República en 1931 o en la llamada Transición, de 1978. ..
Pero ante los graves «incidentes» secesionistas en Cataluña podría haber -tal vez-perdón, indulto, pero no es admisible el «borramiento» de esos graves actos que pretendían, la ruptura de la Unidad de la Nación Española…
«UNA E INDIVISIBLE».