Prácticamente un año después, Mariano Rajoy ya es presidente. Fue investido por mayoría simple al conseguir 170 votos a favor, del PP, Ciudadanos, Coalición Canaria, Foro Asturias y UPN, 111 en contra y 68 abstenciones de socialistas. Como estaba previsto, el PSOE acabó rompiéndose y 15 diputados de su grupo gritaron «no» al candidato del Partido Popular. Hasta el próximo jueves por la tarde, después del puente festivo, no desvelará los integrantes de su nuevo Ejecutivo.
LD / Acaba así una situación sin precedentes en España, con una repetición electoral en junio incluida. Durante todo este tiempo, el candidato del PP se acogió al discurso que pronunció ante su partido un día después de los primeros comicios, cuando ofreció una gran coalición, alcanzar pactos en los grandes asuntos de Estado o que le dejaran gobernar en solitario. «Siempre hemos dicho lo mismo», no paró de sacar pecho, también este sábado, aunque escondiendo desde encontronazos con Zarzuela a bastantes nervios cuando Pedro Sánchez, hoy fuera del Congreso, intentó convertirse en la alternativa.
Durante la compleja travesía, en el Partido Popular llegaron a especular sobre si Rajoy acabaría dando un paso atrás «por el bien de España». Pero él resistió, cosa que sabe hacer muy bien, y continuó en el palacio de la Moncloa mientras el Ejecutivo acumulaba meses en funciones. Y no faltaron las crisis internas, como cuandoJosé Manuel Soria tuvo que dimitir como ministro de Industria. Solo meses después, el ya exministro volvió a ser protagonista cuando quiso darle un sillón en el Banco Mundial. En paralelo, arreciaron los movimientos de pasillo, con Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal varias veces de protagonistas.
«España necesita más que una investidura»
Sea como fuere, Mariano Rajoy sobrevivió, una vez más. Y este sábado quiso dejar bien claro que de nada sirve ser investido presidente sin poder aprobar las cuentas públicas. Esto es, el PSOE ha de ceder y negociar con el Partido Popular «España necesita algo más que una simple investidura. Necesita un gobierno que esté en condiciones de gobernar. No de ser gobernado, sino de gobernar», avisó a navegantes. En caso contrario, dijo, el precio «sería ruinoso». «Votar responsablemente a favor de la investidura implica, pues, comprometerse e intentar construir», insistió.
El otro mensaje clave que quiso lanzar Mariano Rajoy, mucho más exigente que en su discurso de investidura, es que no derogará sus reformas. «Diálogo sí, todo. Pero no nos equivoquemos, señorías, ni pretendamos llevar las cosas más allá de lo que las circunstancias permiten. Hemos de negociar dentro de los límites que la realidad nos impone a todos, que no tienen nada que ver ni con el color del gobierno ni con su fortaleza o su debilidad. Los límites no varían», razonó.
Las líneas rojas de Mariano Rajoy
Sin dejar de emplazar al diálogo, el presidente esbozó sus líneas rojas. Pocas y claras. «No me está permitido negociar la unidad de España, o la igualdad de los españoles. Tampoco incumplir nuestros compromisos con la UE; lo mismo que no me está permitido quebrar la estabilidad presupuestaria», zanjó. Y lo repitió para que PSOE y Ciudadanos lo tuvieran claro: «Sería inútil pretender que estas materias se sometan a negociación. Ni lo puedo hacer yo, ni lo puede hacer nadie. Digo más: es responsabilidad de todos que no se sometan a discusión».
«No estoy dispuesto a derribar lo construido. Se puede mejorar, sin duda, pero no puedo aceptar su demolición. Que nadie espere que yo contribuya a lesionar la recuperación económica y la creación de empleo. No haré ese daño a los españoles», se reafirmó, y anunció que su intención es «perseverar» en sus políticas. «No se puede pretender que gobierne yo y traicione a mi propio proyecto político (…) Lo digo hoy para que nadie nos llamemos a engaño y para que tampoco engañemos a los españoles», destacó.
Mariano Rajoy, serio y solemne, se declaró con «una tarea en la espalda, unos resultados en la mano y un propósito al frente», y citó -esta vez sí- los Presupuestos Generales del Estado. «No pido la luna», llegó a decir. «No pido un cheque en blanco. Pido madurez», según sus palabras, y evitó «adelantar acontecimientos» a la espera de que dé inicio la compleja legislatura. «Hoy no concluye esta historia. Hoy comienza. Hoy trazamos el camino del futuro. De ese futuro que nos hace a todos responsables».