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La victoria sin alas

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Por Josele Sánchez

Después de diez meses de bloqueo institucional, España vuelve a tener Gobierno: se acabó el sentido de provisionalidad del Ejecutivo español. Mariano Rajoy, con los votos colaboracionistas de su “marca blanca” Ciudadanos, y con la abstención cómplice de un Partido Socialista, cada vez menos obrero y cada vez menos español, vuelve a formar una mayoría que, en principio, le legitima para gobernar España.

Tranquilos quedarán, pues, las instituciones europeas, la oligarquía nacional y las grandes corporaciones financieras. Respiro para los mercados. Sonrisa para los analistas responsables, eruditos y de orden. Y punto y seguido hacia la nada para el resto de los españoles.

No es que este articulista prefiriera ir a terceras elecciones. Lo que ocurre es que sé que nada nuevo, ni nada mejor se avecina al ya de por si incierto futuro de España.

Los votos del partido de los EREs de Andalucía dan el gobierno al partido de la Gürtel, de la Púnica, de Bárcenas y de Soria.

La supuesta estabilidad institucional no viene como resultado de una regeneración política y moral de la nación sino como el pacto maquiavelista entre lo que, no sin falta de razón, Pablo Iglesias calificó de “delincuentes”. Y lo que aún es peor, tampoco se adivina oposición alguna provista de la decencia y la moral necesaria para convertirse en alternativa de poder. Porque pese a un discurso de enamoramiento de España del líder de Podemos que casi me llega a emocionar, la verdad es que no puede ocultar sus amistades peligrosas con Otegui y con el entorno batasunero, su comprensión hacia el delirio independentista catalán, o su concomitancia con el catalanismo independentista de su socio, Compromís, en mi Reino de Valencia.

Es esta, la victoria de la derecha, una victoria sin alas, porque va a ser el camino más largo y más triste entre la decadencia y el fracaso.

Ante el discurso independentista catalán, el presidente Rajoy sigue mostrando un buenismo digno, acaso, de la cortesía parlamentaria, pero absolutamente inaceptable desde un punto de vista patriótico. Porque ni contesta a los diputados catalanistas con la contundencia que podría mostrar quien se sabe poseedor de la verdad histórica y de la razón, ni tiene el coraje suficiente para remangarse la camisa y ponerse a resolver de verdad, in situ y sobre el terreno, el porqué cientos de miles de catalanes se sienten desligados de España.

Por otra parte la derecha gubernamental, como ya hizo en anteriores ocasiones, mendigará ahora el voto de los nacionalistas vascos a cambio de su adhesión a

los presupuestos generales, como si estos separatistas regalaran sus votos a cambio de nada.

En lo concerniente a un espíritu nacional, el nuevo ejecutivo nace sin rumbo y sin aspiraciones, dará la espalda a los intentos de separatismo interno esperando, como siempre ha hecho el presidente Rajoy, que los problemas se resuelvan por aburrimiento. Carece, también, de la independencia y el coraje indispensable para reclamar nuestra soberanía nacional respecto a Gibraltar o la de nuestra política económica subsidiaria de los mandatos que nos imponen desde Bruselas. Y mucho menos posee el valor y la determinación para afrontar, de una vez por todas, el gravísimo problema de islamización que sufrimos y que, de no actuar de manera inteligente e inmediata, habrá de llevarnos, inevitablemente, a situaciones muy dolorosas.

Tampoco va a hacer ningún progreso el nuevo gobierno en materia de justicia social, ¿o espera alguien que quienes han puesto en marcha los mayores recortes en la historia sean ahora los galantes de un nuevo porvenir en materia de derechos básicos fundamentales?

Las pensiones, que en definitiva son un pacto intergeneracional para asegurar y asegurarnos nuestro futuro, están a un solo paso de la quiebra técnica. La sanidad y la educación van a ser cada vez menos públicas, menos gratuitas y menos universales. El trabajo precario y a sueldo de miseria, se va a consolidar como única fuente de creación de empleo nacional. La vivienda seguirá siendo fruto de la especulación. La energía continuará creciendo a doble dígito para las grandes compañía eléctricas, mientras que la factura de la luz se situará a precios de usura y la pobreza energética afectará, cada día, a más cientos de miles de compatriotas.

No hay nada nuevo bajo el sol para las nuevas generaciones a las que se pretende contentar por la mera eliminación de una reválida.

No existe ningún camino nuevo hacia una justicia que ha dejado de ser un cachondeo para convertirse en un verdadero esperpento.

Así, sin patria, sin regeneración política, sin justicia social, sin educación y sin justicia, no puede haber un futuro para nuestro pueblo.

Nada nuevo bajo el sol. Este es la nueva era política que se nos viene encima como consecuencia del triunfo parlamentario de Mariano Rajoy: una victoria sin alas.

Artículo de Josele Sánchez publicado en el diario La Tribuna del País Vasco

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