Por Fernando Sánchez Dragó
Un nuevo fantasma recorre el mundo y una nueva ofensiva contra la libertad se ha puesto en marcha. Me refiero a la desmonetización que se abre paso en naciones tan distintas y distantes como lo son España, Venezuela y la India, afluentes las tres de una red hidrográfica que anegará la tierra. España ya prohíbe pagos en efectivo superiores a mil euros. Es una medida contraproducente que sólo servirá para incrementar el fraude, pues el paganini de turno, para quitarse de encima la engorrosa obligación de recurrir a su banco cada dos por tres, soltará la guita a tocateja. Ya sé que cabe hacer transferencias vía Internet, pero para eso se necesitan tres requisitos: tener un ordenador, saber navegar por él y haber llegado al acuerdo de operar on line. Yo, sin ir más lejos, incumplo los dos últimos. Calcúlese cuánta gente habrá en el mismo caso, con el agravante, en el mío, de que para ir a mi banco tengo que recorrer ocho paradas de metro.
Maduro, en Venezuela, ha convertido en papeluchos del Monopoly todos los billetes de curso legal anteriores a su reciente reforma monetaria y en la India han hecho lo mismo con los de quinientos y mil rupias. El caos, en los dos países, es total. En el segundo, que es donde escribo esta columna, no hay dinero en los bancos ni en los cajeros, programados para entregar dos mil rupias cada vez (unos treinta dólares). Las casas de cambio facilitan un máximo de setenta euros por semana, lo que resulta demencial en un país donde abundan los negocios que no admiten tarjetas de crédito. El turismo ha desertado en masa. A quien haya recurrido a ese tijeretazo, concebido, en teoría, para ilegalizar, confiscar o blanquear el dinero negro del terrorismo, el narcotráfico, la corrupción y los ahorros domésticos, deberían darle el Pepe de Barro de Economía cum laude et cum mofa. Los golfos apandadores del sistema político y de las altas finanzas han decidido sustituir el dinero de papel y metal por el de plástico antes de ponernos un código de barras en la muñeca (la marca de la Bestia).
Esa conjura, como dije, ya está en marcha. Los tres inventos más importantes de la historia son la rueda, el libro y el dinero contante y sonante. Suprimir éste equivale a restablecer la esclavitud, pues sin él no hay ámbito privado y sin privacidad, como sin propiedad privada, no hay libertad posible. La desmonetización es, como mínimo, un fraude de ley. ¿Anda por ahí alguien dispuesto a denunciarlo?
Información ofrecida por Fernando Sánchez Dragó en el diario El Mundo.