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El Buda gigante de 36 metros que Carmena quiso levantar en Madrid

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Buda en Madrid de Manuela Carmena
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El Buda gigante de 36 metros que Carmena quiso levantar en Madrid

Huele a napalm en los pasillos del palacio de Cibeles de la capital. La paz en la corporación de Ahora Madrid ha saltado por los aires. La guerra entre el tándem Íñigo Errejón-Manuela Carmena y Pablo Iglesias es total. Las elecciones municipales están ya en el retrovisor de los partidos y en el núcleo duro de la regidora auguran que habrá una lista alternativa apoyada por Podemos. Hay miedo a perder el poder. Por ello, un hombre de barba blanca y desaliñada trabaja a destajo para sacar adelante un proyecto estrella. Es Luis Cueto, alcalde en la sombra de Madrid y sobrino político de la ex juez, que da orden de tramitar con carácter urgente una operación que promueve en silencio desde hace meses ante el temor de que la llegada de PP-Cs pueda tumbarla. No es la instalación de más cámaras de videovigilancia para evitar la proliferación de narcopisos en Lavapiés. Ni un plan para solucionar el caos de las multas de Madrid Central. El proyecto es más místico: la cesión gratuita a una fundación privada de un terreno en el barrio de Arroyo del Fresno valorado en 4 millones de euros, para construir el mayor buda sentado del mundo. Una estatua de bronce, de 36 metros de altura (uno más que el de Hong Kong) y 350 toneladas que se colaría en la icónica foto de las cuatro torres que gobiernan el skyline de Madrid. Un santuario que albergaría dos zonas de restauración, tiendas de merchandising y dos residencias y que, según su artífice, atraería a tres millones de turistas al año. Todo un pelotazo inmobiliario a ojos de varios funcionarios del Ayuntamiento.

El Mundo / La historia de este proyecto secreto se remonta a principios del pasado año, cuando José Manuel Vilanova, un «empresario inmobiliario» -como lo califica un informe del Ayuntamiento de Madrid- que hizo sus pinitos en el sector de la fotodepilación y representante honorario de la Cámara de Comercio de Nepal en Madrid, le plantea a Carmena y a Cueto la posibilidad de levantar un enorme buda en Madrid. «Yo quería que se potenciase la marca Madrid en Asia y era la mejor opción. A Manuela y a Luis les encantó la idea y ella decidió que fuese Luis quien llevase las gestiones. A ella le gusta mucho impulsar la paz y claro, mi proyecto era el mejor proyecto de paz que ha existido en Europa desde la II Guerra Mundial», relata Vilanova. Cueto se puso manos a la obra. Primero había que fabricar un contexto, un buen envoltorio, que justificase la llegada de un buda. Pactó con Vilanova un convenio de hermanamiento entre Madrid y Lumbini, la ciudad nepalí donde supuestamente nació el primer buda en el siglo VI a.C.

El 1 de noviembre la alcaldesa de Madrid y el regidor de Lumbini, Don Man Mohan Chaudhari, firmaron en la feria Expotural -organizada por Vilanova- un acuerdo de entendimiento entre ambas ciudades, donde se recogían una serie de compromisos. En ellos no se hacía ninguna alusión a la edificación del buda -que sería diseñado por el artista Eladio de Mora- y menos aún que la intención del Consistorio era regalarle a Lumbini una parcela pública destinada a un colegio para ubicar el buda. Tampoco que Madrid recibiría a cambio un terreno montañoso en Nepal de dudoso valor y difícil acceso.

Cueto quiso mantener en secreto esta operación ante el temor de que la oposición o desde dentro de su grupo se la boicoteasen. Empezó a trabajar donde él disfruta. En la sombra. Lideró él mismo las gestiones sin que se hubiese presentado un proyecto detallado del mismo ni una memoria justificativa que declarase que el proyecto era de interés para la capital. Él reclamó a la Dirección General de Gestión Urbanística que encontrase una parcela con las pretensiones que solicitaba Vilanova para cederla al Ayuntamiento de Lumbini por 75 años. Vilanova, mientras tanto, buscaba apoyos. «Me reuní hasta con el Dalai Lama para que apadrinase el proyecto», asegura a Crónica.

Desde el área de gobierno de Desarrollo Urbano Sostenible, controlada por un concejal contrario a Carmena, le informaban el 17 de enero de 2019 de que habían encontrado una parcela de 5.044 metros cuadrados, aunque realizando estas apreciaciones: «Hablamos de una instalación muy singular que tiene difícil encaje en los parámetros de la normativa urbanística vigente». En el informe le explicaban detalladamente que había que tramitar un plan especial que cambiase el uso educativo para el que había sido destinado el terreno a uno espiritual.

A pesar de este aviso, Cueto no cejó en su empeño. El 20 de febrero escribió al director de Gestión Urbanística para que valorase la parcela a efectos de iniciar los trámites para la constitución de un derecho de superficie a título gratuito. Era una parcela reservada, según refleja un funcionario en un informe, a que la Comunidad de Madrid edificase un centro educativo «que demandaba el barrio insistentemente». De hecho, el concejal responsable del distrito donde se encuentra el terreno, Guillermo Zapata, mostró su oposición al proyecto porque consideraba que los vecinos del barrio iban a estar en contra.

El coordinador general de Alcaldía y actual concejal de Más Madrid informó a Vilanova de que ya habían encontrado una parcela al norte de la capital. Fue cuando el empresario decidió presentar un dossier con el proyecto. «Cuando tuvimos el terreno ya entregamos el dossier completo. Antes habíamos presentado documentos aislados y mantenido conversaciones», confiesa Vilanova. El documento llevaba una carátula con el título Gran templo buddhista y aparecía una enorme estatura encima del oso y el madroño, las torres Kio, el Pirulí, las cuatro torres, el edificio Metrópolis y la Puerta de Alcalá.

En el dossier, al que ha accedido en exclusiva Crónica y que viene cargado de fotos del alcalde de Lumbini, Carmena, Cueto y Vilanova y pasaportes de ciudadanos nepalíes, se explica el proyecto. «Como fruto entre la hermandad de las ciudades de Madrid y Lumbini y la firma de un acuerdo en la feria de Expotural… se anuncia la creación de un templo budista en la ciudad de Madrid, que refleje su luz en las cuatro direcciones y sea morada de paz atemporal». Se aventuraba que este enorme buda «cambiará la morfología cultural, turística e incluso espiritual de una ciudad tan abierta y con una identidad tan propia como Madrid», y se especificaba el sentido de la figura.

«El Buddha Bhumisparsha, sentado, con la mano derecha tocando la tierra con sus dedos y con la mano izquierda en el regazo y la palma hacia arriba, representa el Buddha que lleva la espiritualidad a la vida terrenal y junto con sus verdaderas facciones y semblante, tal y como le pintaron y escribieron los griegos que llegaron hasta la India por la ruta de la seda, acabará siendo uno de los iconos más significativos de esta ciudad y por supuesto de la familia internacional budista, y en poco tiempo, pasará a ser parte de la identidad de Madrid, como baluarte de una ciudad abierta al mundo».

Se detallaba que el templo, que costaría 10,6 millones de euros construirlo, estaría ubicado debajo de la superficie de la estatua de buda. «Dentro del mismo, irá un pequeño muro que mostrará 10 ladrillos que formaron parte del palacio donde nació Buddha Lumbini, el palacio budista más antiguo del mundo del sigloVI a.C. y que son Patrimonio de la Humanidad». También habría un jardín de 2.500 m2 y árboles nepalíes. Habría tienda de merchandising, una residencia para los monjes budistas y otra para turistas, una sala de meditación o yoga, otra de conferencias, una biblioteca de «incalculable valor» y dos zonas de restauración.

Cueto dio orden a su equipo de presionar para hacer posible el proyecto. Las semanas pasaban y el proyecto Gran Buddha, que contaría con una inversión privada de 22 millones de euros, se enfrentaba a la burocracia clásica de los grandes ayuntamientos. Corría el mes de abril y ya era un hecho que la izquierda se presentaría muy fragmentada a las municipales. Había riesgo de que se perdiese el bastón de mando. Fue cuando el sobrino de Carmena decidió pisar más el acelerador para dejarlo finiquitado antes de que se sus peores augurios se confirmasen.

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