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¿UNA GARANTÍA O UNA HERRAMIENTA?

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Pedro Conde Soladana (imagen de archivo)

Por Pedro Conde Soladana para elmunicipio.es

Los Ejércitos de España, las Fuerzas Armadas, no son una garantía, son una herramienta. ¡Qué chasco, por no decir chusco!, ¡qué degradación!, ¡qué interpretación! Qué manera de retorcer la hermenéutica con tal de no sostener la verdad, verdad que está escrita en el artículo 8 de la Constitución. Ni siquiera el recurso a un sutil eufemismo que pudiera disimular una burda glosa. Tanto que quien ha cambiado el concepto de garantía por el más pedestre de herramienta parece que lo hubiera hecho en un mercado de trueque o en la compraventa-venta de un baratero, degradando así el espíritu, el ser y estar de las Fuerzas Armadas hasta convertirlo en un mero instrumento sin alma ni sentimientos. Eso es confundir el ánima del fusil con el alma de un soldado. O ¿no hay diferencia para el actual Jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra, don Jaime Domínguez Buj? Pues es lo que ha dicho: herramienta, no garantía.

Veamos si por algún lado del artículo 8, párrafo 1 de la Constitución aparece la palabra herramienta como definidora del papel de los Ejércitos de España: “Las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento territorial”. No, el vocablo herramienta no está ni se le esperaba entonces ni ahora. Y, sin embargo, sí está el verbo garantizar, del mismo campo semántico que la palabra garantía al que dicho Jefe militar niega diciendo, según lo leído por mí, que las Fuerzas Armadas “no son garantes de nada” porque son “la herramienta que tiene el Gobierno para hacer cumplir la ley y la Constitución”. Qué poco afortunado ha estado usted, mi general. Se lo dice un simple soldado, Caballero Legionario Paracaidista, 21 curso de la Agrupación de Banderas Paracaidistas del Ejército de Tierra -hoy BRIPAC- y de su 1ª Bandera, Primera Compañía, a las órdenes entonces, 1959, del capitán Prudencio Pedrosa Sobral y, entre los tenientes de la misma, Agustín Muñoz-Grandes Galilea, llegados después a generales. Por cierto, con personal de mi curso se fundó la 3ª Bandera con el nombre de “Ortiz de Zárate”, en recuerdo del joven teniente caído en la guerra de Ifni. Me licencié en la Plana Mayor, a cuyo frente y al de la Agrupación estaba el teniente coronel García Manuel, en el Aaiún, el año de 1961. Algo le queda a uno y aún, por no decirle que todo, de aquel nervio militar.

Pues parecía que todos estuvieran esperando unas declaraciones  de esta guisa o de cualquier otra para caerle encima como una tormenta del desierto. Cuando digo todos me voy a referir a todos aquellos que no se sienten muy españoles, son flojeras, o, por justificarlos un poco, aquellos que confunden lo bueno con lo malo; es decir, son más malos que buenos. Confunden ser auténtico español, una de las pocas cosas serias que se pueden ser en el mundo, con ser un mindundi, un don nadie cuya patria es el progresismo por y para toda causa, un tipo oportunista e interesado; definiéndose de izquierdas como si ello fuera en sí mismo la verdad revelada que justifica todas sus sinrazones y salidas de pata de banco; cuando ello no es más que una manera de ser intelectualmente tuerto aunque la deficiencia no se la vea en el espejo. Lo mismito que el de derechas. Nunca entendí ni lo voy a entender que ser de derechas o de izquierdas, un hecho contingente, pueda oponerse a ser español. Se puede ser de una mano política u otra o de centro o ponerse en los extremos o en ninguna parte; pero si has nacido en esta tierra llamada España, eres español. Ser y estar. He aquí dos verbos tan cercanos pero tan diferentes y delimitados por su concepto. Ser es una categoría de lo permanente; estar es una fase o aspecto de lo transitorio. Se es español y después se puede ser de derechas, de izquierdas, dubitativo o de nada. Se puede ser apátrida, claro, pero allá él con su maleta.

Que esto que parece de sentido común debiera ser así, no lo es. Y, sin embargo, la sorpresa por esta disonancia no se encuentra en las manifestaciones o posturas del pueblo llano sino en las de muchos individuos que componen su clase política, esa casta descastada.

Se ha visto, una vez más, en las declaraciones irreflexivas y sin sentido, sonoras como granizo caído sobre albarda de burro, que han lanzado los portavoces de varios partidos ante las palabras del general Jaime Domínguez Buj.

El del PSOE, un partido de 100 años de honradez, 40 de vacaciones y 101 de sustracción o sustracciones, cuyo portavoz, un tal Antonio Hernando, ha manifestado al respecto que eran “profundamente inadecuadas”. ¿Profundamente inadecuadas? Pues, anda que si el Jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra llega a decir lo que está escrito en la Constitución, que “tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España…” y se olvida de la palabra herramienta, que la Carta Magna no usa precisamente sino que la dejará implícitamente a la voluntad del poder constituido, ¡cómo se le hubieran puesto los pelos al citado diputado-portavoz!

Y ¿qué dijo otro que tal, un tal José Luis Centella de Izquierda Unida? Pues adujo y dijo que era “una barbaridad”, que “se podría haber callado”. Pero ¿quién, señor rayos y centellas, quién se podría y debería haber callado, usted o el general? O, ¿es que la democracia, palabra que toda la izquierda tiene constantemente en la boca, no rige para cualquier ciudadano, aunque sea militar, cuando éste tiene que recurrir, como es el caso y momento, a la Constitución por el deber que ésta le impone de defender a la nación y su soberanía en peligro?  Si tú no lo haces político del tres al cuarto, tendremos que hacerlo los demás. El soldado también, que es español y para eso es soldado de España. ¡Qué haya que acudir constantemente al sentido común para enseñar y responder a estos mentecatos! El general, aunque deformada y tibiamente, ha dicho aquello a que le obliga la Constitución y a lo que usted también está obligado, señor Centella, como representante de la soberanía nacional en el Parlamento de España. Constitución a la que usted, seguro no juró, pero sí prometió cumplir; y dice lo que dice y habla de lo que habla, GARANTIZAR, y no instrumentalizar o “herramentizar”.

Ya sé, la Historia de España lo demuestra, que la izquierda de esta tierra en general, quitando individuos que son la excepción, no siente España, siente contra España. Una pregunta, “camaradoskis”, ¿para qué hacéis política en España, para construirla o para destruirla? Otra ¿y si nos quedamos sin España a qué otra parte iréis a hacer política y vivir del cuento? ¿A la patria internacional? ¿Y dónde está eso?

Ya está bien de aguantaros. Ineptos, demagogos, insolventes intelectuales, corruptos, destructores, ambiciosos sin base… antiespañoles.

Ahora viene una de derechas para arreglarlo. Se llama Alfonso Alonso, alcalde que fue de la noble Vitoria, hoy portavoz del P.P. en el Congreso. Y va y dice, haciéndose eco de las tan recatadas y pobres declaraciones del militar, que son “difíciles de comprender”. Otro que no ha leído la Constitución. Para éste, lo que debiera haber sido una explicación de aquél, citando al pie de la letra lo que está escrito en nuestra Ley de leyes y que es que las Fuerzas Armadas “tienen como misión garantizar…”, se ha convertido en una cábala. ¡Quieto!, a ver si es que este Alfonso Alonso está de acuerdo conmigo y no entiende que el general haya empleado la palabra herramienta donde debió usar la palabra garantía?

Al final, e intentando una transacción verbal con las palabras del Jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra, podríamos llegar al acuerdo de que las Fuerzas Armadas son una garantía de la soberanía nacional e independencia y, como consecuencia, su herramienta para meter en cintura a separatistas, felones y perjuros. Pero, mi general, lo primero son los principios; lo segundo, las consecuencias.

Finalmente y para recuerdo. Dice el artículo 30, también de nuestra Constitución: “Todos los españoles tienen el derecho y el deber de defender a España”.

                       Pedro Conde Soladana

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1 COMENTARIO

  1. Camarada Pedro Conde, hay garantías que parecen estar ya caducadas en España, por mucha Constitución que las ampare. Ni una mínima insinuación, por degradada, técnica y casi metálica que pueda sonar evita que se dispare automaticamente el resorte de la demagogia de los ventrílocuos del pueblo- de este pobre pueblo que, a poco que se descuide, se va a encontrar, nos vamos a encontrar, sin sustrato donde echar raíces. Siguiendo con tu símil te diría que en el ejército, como en el resto del pueblo llano, abundan los des-animados, pero no tanto como entre los políticos los des-almados. Un abrazo

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