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May se olvida del control de las mezquitas en su plan contra el terrorismo

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Theresa May anunció ante los medios de comunicación un nuevo paquete de medidas para paliar la amenaza terrorista que vive el país. Los sucesivos ataques en suelo británico han dejado al país en una situación complicada, pues los servicios de inteligencia han admitido en repetidas ocasiones su incapacidad para controlar a las decenas de células islamistas activas en la zona.

La Gaceta / La que fuera secretaria de Interior presentó un plan de tres puntos centrado en revisar las leyes antiterroristas para endurecer las sentencias y en reforzar «las medidas de investigación y prevención del terrorismo», conocidas en la jerga técnica como ‘Tpims’.

El objetivo de estos ‘Tpims’ es introducir restricciones a los sospechosos de terrorismo que no hayan sido procesados por ningún delito, pero que sí figuran en las listas de los servicios de inteligencia. Entre ellos, los 3.000 yihadistas británicos que han regresado al país tras luchar en Siria e Irak.

A nivel de seguridad, la situación es realmente preocupante. Hace unos meses el MI5 ya se declaró «incapaz» de controlar a las decenas de células terroristas activas en el país, pero la amenaza ha ido en aumento. Según una información del periódico The Times, 23.000 islamistas han sido identificados por los servicios de inteligencia como posibles terroristas, pero sólo 3.000 son vigilados a diario.

Cabe recordar que los autores de las masacres en Londres y Manchester estaban en el primer fichero, pero los responsables del MI5 consideraron que no representaban suficiente amenaza. En el caso de Salman Abedi, terrorista de Manchester, el despropósito fue aún mayor, pues las autoridades británicas conocían sus viajes a Siria para entrar en contacto con miembros del Estado Islámico.

El endurecimiento de las medidas de prevención ya figuró en el programa del primer Gobierno de coalición de David Cameron, pero fue sucesivamente aplazado por la oposición política. El líder del Partido de la Independencia del Reino Unido, Paul Nuttall, reclamó una vigilancia especial de los sospechosos de terrorismo.

El segundo punto del plan de May está centrado en internet y redes sociales. En su comparecencia pública, la premier aseguró que «no podemos permitir que los terroristas actúen en un lugar seguro y eso es lo que están haciendo en internet» y anunció la creación de una ley de «tolerancia cero y máxima colaboración con las empresas de la red».

«Hay demasiada tolerancia al extremismo y vamos a necesitar conversaciones difíciles entre nosotros», aseveró Theresa May, que reclamó a las comunidades islámicas «mayor compromiso» para acabar con el islamismo desde la raíz.

Theresa May también apostó por otorgar más autoridad a la Policía: «Vamos a revisar la estrategia antiterrorista para otorgar más poderes a la Policía». Según la primera ministra, la operación policial fue «muy efectiva», pues apenas ocho minutos después de la primera llamada fueron abatidos los terroristas.

A diferencia de lo ocurrido tras el atentado de Manchester, las autoridades decidieron no elevar el nivel de alerta a ‘crítico’ y May pidió a los ciudadanos que hicieran «la vida más normal posible».

La realidad de la capital británica

Londres se ha convertido en una de las ciudades más multiculturales de Europa y la población musulmana ha creado auténticos guetos en barrios como Newham y Tower Hamlets, donde el verdadero poder está en manos del consejo de la Sharia Islámica de Leyton. El este de la capital británica se ha transformado en una suerte de califato que tiene sus propias leyes, sus propias escuelas, sus propios líderes y sus propios templos. Todos ellos vinculados o controlados por grupos radicales como el Islamic Forum of Europe (IFE). Creada por Jamaat-e-Islami Chowdhury Mueen-Uddin, condenado a muerte en noviembre de 2013 por el Tribunal de Crímenes de Guerra de Bangladés, la organización extremista tiene un objetivo: imponer un ‘califato’ en Europa.

Allí los más jóvenes pueden vivir sin hablar inglés y sin relacionarse con personas que no sean musulmanas. Esas calles crean el caldo de cultivo ideal para los radicales y para que los imanes hagan el trabajo sucio a los terroristas en las mezquitas, desde donde se organizan recolectas de dinero para financiar la yihad. Las escuelas coránicas sirven para adoctrinar a los más pequeños, todo ello financiado por el contribuyente británico.

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