Colectivo33 / El pasado sábado, 18 de mayo, tuvo lugar en la ciudad de Castellón la presentación del último libro de Ceferino L. Maestú: «Los enamorados de la Revolución» (La Falange y la CNT en la II República).
Con este sugerente título, el autor nos acerca a la historia de la II República desde ambas ópticas rojinegras, ya que pese a las diferencias ideológicas existentes, eran y son dos movimientos revolucionarios de corte sindicalista.
El libro es una recopilación de diversos opúsculos que había publicado con anterioridad, en los cuales abarcaba desde los vínculos entre la CNT y la Falange hasta los intentos de aproximación fallidos entre ambas organizaciones. No cabe duda que pese al odio que profesaban la gran mayoría de los militantes de la FAI hacia la Falange, muchos miembros de la CNT no mostraban ese odio, sino más bien todo lo contrario, eran respetuosos y tenían la mente abierta hacia el sindicalismo revolucionario nacional.
Esta sinergia se daba sobre todo en determinados grupos de militantes de la CNT, como eran los socialistas y sindicalistas revolucionarios (que no eran partidarios del totalitarismo marxista), así como de los anarcosindicalistas (treintistas) partidarios de Ángel Pestaña.
Cabe resaltar que Ceferino ha cedido todos los derechos de sus libros por un euro simbólico a la editorial Plataforma 2003, gesto que le honra y le define como persona.
El núcleo de la conferencia se centró en remarcar una serie de ideas que para para todos nosotros son su testamento político en vida, y que ya nos había reflejado en su anterior visita. En primer lugar, trazó el camino a seguir si los falangistas quieren tener algún tipo de futuro y no perecer con el paso de los años. Según Ceferino, el pensamiento de José Antonio está plenamente vigente en la actualidad, pero se ha de modificar el continente (nunca el contenido) y abandonar símbolos del pasado que son un lastre que lleva a los falangistas hacia la desaparición como alternativa política real. La tan manida y ansiada unidad falangista pasa por ahí, renunciando a las formas caducas y a los egos personales.
También hizo hincapié en la experiencia cooperativista del «Grupo Mondragón», en sus orígenes, su historia y sus numerosos logros. Un ejemplo a seguir.
Además, durante toda la conferencia deleitó a los asistentes con bastantes anécdotas personales, que ilustraron con trazos de historia viva a todos los asistentes. Finalmente, hay que destacar la energía y vitalidad de este joven falangista de 93 años, que permaneció de pie durante toda la conferencia y se despidió diciendo que no quería aplausos, sino que quería oír gritos de: ¡¡¡Arriba España!!!
Gabriel Mendoza
