Los fariseos eran los cumplidores de la Ley, continuamente presumían de ello y por el contrario acusaban a quienes no lo hacían.
Los celotas decían de los fariseos que siempre estaban metidos en la sinagoga, estudiando y proclamando la Ley, que lo importante era luchar contra el romano invasor para preparar la llegada del Mesías.
Por último, los Esenios se apartaban del mundo gentil para ser puros y formaban comunidades cuasi-monásticas, puesto que también vivían con ellos matrimonios.
Los tres eran sectarios porque consideraban y vivían que ellos eran los que mejor entendían la religión judía y a los que pensaban de modo diferente los rechazaban, insultaban y se separaban de ellos.
Cuando Jesús empezó a llamar para que le siguiesen a los propios judíos, acudieron fariseos, celotas y esenios…Naturalmente dejaron de serlo y fueron primero seguidores de Jesús y después de la muerte y resurrección de Jesucristo, cristianos mártires que dieron su vida, perdonando al enemigo.
Ante la cruda realidad española, los que ya hemos pasado los 50 que somos hijos de una historia, (yo por ejemplo, siguiendo el símil anterior de la religión judía, he sido fariseo, celota, incluso esenio cuando dejé mi militancia política y me fui a mi casa), debemos dejar a los jóvenes que sean ellos los que construyan la estrategia, pero al mismo tiempo, como cultivadores de experiencia aconsejar no ir por caminos que han llevado a la frustración.
Partiendo de estas consideraciones, quiero dar mi granito de arena con una serie de afirmaciones y posibles alternativas.
España se está muriendo, porque dentro del proyecto de gobierno mundial que quieren los poderosos de la tierra, tiene que desaparecer como nación.
Para ello, han utilizado:
La partitocracia para dividir y desunir a los pueblos de España a través del sistema de autonomías regionales y cercenar nuestra soberanía adhiriéndonos a entidades como la Unión Europea o la OTAN dominadas por testaferros de los que quieren el poder mundial
A la alta burguesía catalana, vasca y parte de su clero, para construir proyectos separatistas y al terrorismo para que el resto de españoles consideren al final normal la independencia de Cataluña y del País Vasco.
A los Banqueros españoles, para importar productos financieros que como un virus informático destruyesen los ahorros, principalmente, de los pensionistas españoles
A la partitocracia, para aprobar leyes que poco a poco, vayan minando la conciencia social, de la vida desde el momento de su concepción hasta su muerte, del matrimonio, de la familia y del valor del trabajo que ha existido tradicionalmente en España, que vaya creando bolsas mayores de pobreza entre los españoles y una nueva aristocracia formada por el Rey, la Patronal, Los Sindicatos y los Partidos políticos parlamentarios. Y sobre todo un Estado que cada vez controla más nuestras conciencias e intimidad mediante la tecnología y los medios de comunicación social.
¿Qué podemos hacer? Por supuesto huir de los partidos políticos: el partido político es intrínsecamente inmoral porque es una estructura concebida para detentar el poder y el poder sólo puede ser aceptable si es instrumento de un servicio. La responsabilidad, el cargo, sólo puede ejercido como un servicio.
Hay que trabajar para destruir este monstruo de Estado que nos quiere devorar. Cada uno en su puesto, con su particular orientación y prisma. Por supuesto, respetando al camarada. Necesitamos un movimiento, en el que todas sus organizaciones sean esenciales. Dejemos que cada una trabaje como considere. Todas son importantes. Tenemos que construir en nuestra acción un cuerpo que sea embrión de la sociedad que pretendemos y no Estado. El Estado debe ser un instrumento al servicio de los grupos sociales, la familia, los nuevos gremios profesionales, empresas estructuradas en las que lo importante sea el trabajo, el capital controlado por la sociedad y al servicio de las empresas, la propiedad siempre con función social, Justicia independiente del Estado organizada independientemente por sus actores: los jueces, fiscales y abogados.
Para el Estado, lo que le es propio, el Orden Público y el Ejército. Ni siquiera la defensa nacional, que debe ser controlada por el propio pueblo español.
Después de leer esto no sé dónde se me encuadrará. La verdad es que no me importa, lo que si me preocupa y mucho es España y los españoles, por los que hasta que Dios quiera trabajaré en el puesto en el que ahora me encuentro.
Artículo de Alberto Gugel en Hispaniainfo.