José Antonio Primo de Rivera en el entierro de Matías Montero
Por Jorge Juan Perales
Es impresionante, no solamente su rostro, sino su recogimiento, su inclinación de cabeza soportada por un cuerpo elegante y fuerte. ¿Qué pensaba? ¿Qué sentía? toda la responsabilidad de un Jefe que asume la muerte de un joven que creía en sus palabras. Asesinado por el odio, ¿Se debatía el Jefe entre la venganza y el perdón? gracias a Dios que pudo el Amor y la Falange, España, ganó, desde entonces al mejor José Antonio, al compromiso total hasta la muerte, por el Pan, la Patria y la Justicia para todos, desde el Amor, por una Sociedad de Hombres libres, unidos en un destino hacia las más altas cotas de espiritualidad.
Observar en la fotografía dos manos, una a un camarada que le sujeta a José Antonio en su brazo izquierdo, su rostro y su postura semejante a la del Jefe. Otra mano abierta símbolo de nuestro saludo de paz. El conjunto de la fotografía transmite serenidad, recogimiento y sobre todo una decisión resuelta de compromiso personal y colectivo de la Falange, desde la superación del dolor, a la disponibilidad en actitud de servicio, entregando lo mejor de cada uno, para que la muerte del joven camarada Matías Montero no fuese en vano.
Sigo observando la foto, la figura de José Antonio lo llena todo, su compostura de aparente debilidad se proyecta con tal fuerza que no hace falta más armas para ganar la batalla, nunca he visto a un líder político más expresivo, más autentico y más coherente con lo que dice con la palabra y lo que transmite con su cuerpo. Aquí esta su grandeza, verdaderamente estaba y sigue estando en el camino de la verdad. Por esto vive después de muerto, sus asesinos como los de Matías Montero no entendieron que eliminándoles no mataban sus valores, sino que los confirmaban.
Si todos fuésemos esa mano que sujeta el brazo de José Antonio y levantásemos la otra con nuestro saludo de paz, ofreciendo a nuestros compatriotas los valores de la Falange joseantoniana, habría Falange y el asesinato de Matías Montero, de José Antonio y la de todos los camaradas que con ellos comparten el Cielo tendría más sentido si cabe.