La actriz australiana Charlotte Dawson, que se suicidó hace unos días en su casa, había reconocido en un libro autobiográfico, poco antes, que la profunda depresión que sufría estaba relacionada con haberse sometido a un aborto hacía 15 años.
Interesante noticia que encontramos en Aciprensa, relatando las circunstancias que rodearon la muerte de la actriz Charlotte Dawson. Una historia que pone de manifiesto la importancia del síndrome post-aborto, sistemáticamente silenciado. En su libro autobiográfico “Air Kiss & Tell”, publicado en 2012, Charlotte relató las circunstancias que la llevaron al aborto, su sensación de abandono por parte de su entonces esposo, el nadador olímpico Scott Miller, y la profunda depresión a la que se vio arrastrada.
En su libro, la actriz recordó que ella “sabía que estaba embarazada; no necesité hacerme la prueba, yo podía sentirlo”.
“Era la más brillante pero terrible sensación y la prueba, como esperaba, lo confirmó”, dijo.
“Íbamos a tener un bebé. Yo iba a ser realmente una madre. Si hubo espacio para tener mariposas en mi estómago, me imagino que podía habérmelas arreglado para eso también”.
Sin embargo, recordó Charlotte, “sentí algo de duda en Scott. Mi fecha de parto chocaría con los Juegos Olímpicos de 2000m y esto era muy preocupante. Todo lo que Scott había hecho llevaba a este momento, y nada podía oponerse en su camino, así que decidimos que abortaríamos al niño y trataríamos de nuevo luego”.
Como un lamento, Charlotte escribió que “¿quién necesita un feto desarrollándose cuando se ofrecía una medalla de oro, eh?”.
“Por dentro yo estaba en un caos total. Quería el bebé. ¿Cuánto tendríamos que esperar? ¿había siquiera alguna garantía de que quedaría embarazada otra vez? Por supuesto, acepté sin cuestionar que las Olimpiadas eran la prioridad número uno de Scott”, tal como él y otras personas interesadas le dijeron.
Charlotte se encontró sola en la clínica donde se sometió al aborto, pues Scott, su esposo, “me acompañó a la clínica local, pero no pudo lidiar con la atmósfera, así que me dejó ahí sola”.
“Yo estaba luchando con la decisión e intentando no parecer emocional o angustiada al respecto, para que Scott pudiera mantener su enfoque. Estaba tratando de entrenarme a mí misma para pensar en mi bebé como un inconveniente, como un estornudo en una transmisión televisiva. Era difícil”.
Luego, recordó Charlotte, “tuve que reconciliarme con la responsabilidad personal de tener un aborto. ¿Debería sentir culpa y vergüenza? Estaba enfrentando mi idea de que la maternidad era un tiempo sencillo y feliz, especialmente para los recién casados”.
“Consideré la posibilidad de que podría acabar siendo una mujer sin hijos, lo que era un prospecto frustrante y desmoralizador para mí, por lo mucho que quería ser una madre. ¿Qué pasaba si no podía tener otro hijo? ¿Qué si arruinaba mi única oportunidad de maternidad por sacrificar esta?”.
Contrario a lo que aseguran quienes promueven el aborto como una experiencia liberadora para la mujer, en el caso de Charlotte, la muerte de su bebé “fue un tiempo horrible, triste para mí, pero tuve que seguir recordando lo que tenía. Tenía un esposo y estábamos construyendo una vida y un hogar juntos”.
“Quería nuestro bebé, pero me sentía codiciosa, como si ya tuviera mucho, que el aborto era un compromiso que debía hacer”, recordó.
“A pesar de lo valiente que trataba de ser, y de lo mucho que trataba de reasegurarme a mí misma que lo que estaba haciendo era lo correcto, aún así era un momento desgarrador”.
Y al volver a casa tras someterse al aborto, escribió la actriz australiana, “sentí que algo había cambiado. Sentí un cambio. Quizás era hormonal, pero sentí los primeros matices de lo que ahora puedo identificar como mi primera experiencia con la depresión”.
“Debería haber comprado un sofá especialmente para el cuco de la depresión en ese momento. Si hubiera sabido que me iba a visitar tan a menudo, al menos hubiera tenido un lugar para sentarse, el bastardo”, dijo.
A pesar de sacrificar a su bebé en favor de la carrera deportiva de su esposo, Charlotte se encontró con la noticia de que este le había sido infiel con una nadadora.
Además, su participación en las olimpiadas se vio frustrada por la revelación de que consumía sustancias prohibidas para mejorar su rendimiento. No fue siquiera incluido en el equipo para las Olimpiadas de Sydney.
Al enterarse de la infidelidad de su esposo, la depresión de Charlotte se incrementó intensamente.
“Si comencé a sentir punzadas de depresión tras el aborto, el impacto de recibir estas noticias apenas a los seis meses de matrimonio fueron mucho para soportar. Algo dentro de mí se rompió completamente ese domingo, algo que no se puede reparar, algo que nunca ha vuelto”.
“Alrededor de este tiempo aprendí el gentil arfe de ahogar las penas con montones de vino”, escribió.
Información ofrecida por Navarra Confidencial