Por Pedro Conde Soladana para elmunicipio.es
Cabría otra posibilidad: o al limbo de los bobos; si es que existiera; aunque éste, bien pensado, sería un aséptico castigo para quienes tanto daño hacen a las inmaduras mentes de unos niños que se inician en el camino del saber; del que no puede estar nunca disociada la verdad.
En las escuelas catalanas se está enseñando una sedicente asignatura o centón de patrañas que como un manto de múltiples remiendos pespunteados de mitología, prehistoria, leyenda e historia burlada, se extiende sobre la geografía de Cataluña para camuflar y eludir su verdadera historia como parte milenaria de la Hispanidad; que hace más de dos mil años comenzó a tomar forma y entidad con el Imperio Romano.
¿A tal miseria y ruindad puede llegar el bastardo nacionalismo, sus predicaderos y secuaces, como para tergiversar y con ello envenenar al alma de unos pequeños que nacen a la vida de la cultura con el inalienable derecho a conocer la verdad?
Si el ridículo en que caen esos pseudohistoriadores a sueldo del nacionalismo no tuviera tan gravísima transcendencia sobre la formación, la cultura y el bagaje intelectual de esa nuevas generaciones de catalanes, sería para tomarlo a chanza y risa; pero es demasiado grave para ello; es demasiada insensatez callarse y consentirlo; es demasiada cobardía, y por ello responsabilidad, de los poderes del Estado permitir que una minoría de ambiciosos separatistas y taifeños siembren, con la mentira, el odio y el desprecio a los otros pueblos de España; con los que han estado unidos por la geografía, las gestas, los hechos y acontecimientos seculares de un pasado común. Unidos hasta por la sangre. Ahí están los apellidos, aunque parezca materia de anécdota, para ratificarlo. Los apellidos más abundantes, tanto primeros como segundos, en Cataluña son los comunes a toda España: los García, los Martínez, los Alvarez, etc., que vienen a ser un noventa y tantos por ciento; mientras los puramente catalanes no llegan al tres por ciento. Cómo para que los genes nieguen lo que la sangre confirma como neta raigambre hispánica.
El inocultable y fachoso racismo del núcleo de esa minoría separatista, que ha extendido su influencia por mor de la incultura general de los propios charnegos, a quienes desprecian pero a los que quieren sumar a su causa como masa de urna, descubre su propia catadura moral y, a la vez, su debilidad intelectual, como la de todo racista, comprando la pluma y la dignidad de esos falsos historiadores. Estos individuos se prestan a escribir barrabasadas e idioteces, como es trasplantar la cuna de grandes personalidades del pasado nacidas en otros lugares de España, y alguna de Europa como Erasmo de Rotterdam al que hacen hijo de Colón, a los lares de Cataluña; como si a ésta no le sobraran grandes nombres para, por derecho propio y suficiente, figurar en las páginas de nuestra historia nacional que es la de todos los pueblos de España.
El histrionismo de estos mentecatos racistas, todo racista es un mentecato, los delata como lo que son: bufones de la Historia.
Lo ha denunciado un catedrático de Derecho Internacional Privado de la Universidad Autónoma de Barcelona, Rafael Arenas García, que ha visto en esa especie de asignatura, antes mencionada, “Midi” es el título, y en la que tiene que estudiar su hija de diez años, cómo durante más de sesenta y tantas páginas del libro que tratan del pasado medieval de Cataluña no aparece ni una sola vez la palabra España o Hispania y si Francia. Pura saña e insania de unos descerebrados que como trileros de las ideas y el pensamiento quieren ocultar a los niños una inocultable realidad.
Pues ¿no llegan tales moharrachos a detectar raíces identitarias del pueblo catalán ya en 7.000 años atrás? Sería hito único en el mundo y exclusivo dentro de la Península Ibérica. Más antiguo aún que lo datado en la Biblia. De ese imaginario dato prehistórico a hoy, olvidan tribus, invasiones, construcciones y derrumbes de imperios, reinos, etc., etc., y con ellos, invasiones, desapariciones violentas y uniones de razas, mezcolanzas de tribus y sangres, etc., etc. Vamos que en su pensamiento mágico se encierra un pasado único que ningún pueblo de la Tierra ha conocido ni tenido. Puestos ¿por qué no decir ya que esa minoría separatista y racista, vergüenza del “seny” catalán, procede de una civilización extraterrestre?
Vamos, que estoy pensando en preguntar a alguno de mis abuelos de dónde vengo yo. Lo que pasa es que todos han muerto y tendría que acudir a un “médium”, que seguro me engañaría como estos más que medio tontos y Mas, a los niños catalanes. ¿Por qué no les damos un susto? A esos “médium” del pensamiento mágico y a sus Más que clientes, que quieren hacer historia.
Pedro Conde Soladana
