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SIN APROBO Y SIN IRA

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Discurso-FelipeVI
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Por Eduardo López Pascual para elmunicipio.es

Si alguien piensa que por ser falangista iba a caer en la barriobajera crónica de la proclamación del rey Felipe VI, debido a la expresada convicción republicana  que mantengo desde siempre, como es natural en mi partido, está plenamente equivocado, porque  primero no se corresponde con mi formación que implica respeto y al menos educación cívica, y porque pienso que el acto en sí no merecía por mi parte ningún esfuerzo epistolar, ya que desde mi compromiso azul, este tipo de celebraciones ni me importa ni me preocupa. Eso sí, como ciudadano que atiende a las realidades nacionales, no debo de situarme en una posición de ridícula abstención. Por eso, tal vez, dedique estas pocas líneas a comentar el fondo del acto que, para mí, podría ser el discurso dado por el actual rey en el recinto de las Cortes Generales, lo demás, la cronometría y el relato del acto en sí no creo que interese más que a las revistas monárquicas o revistas del  Corazón.

Lo poco que parecía digno de tener en cuenta, aun con todas las reservas, era el discurso que pudiera dar el nuevo sucesor, al que toda la prensa en general, salvo algún despistado, lo calificaba como expectante por las novedades que introduciría en sus palabras, algunos periodistas y opinadores – esos que ahora dicen que forman opinión-, se atrevían decir que en esta vez, Felipe VI libre de las ataduras que tenía su padre, hablaría claro sobre temas muy importantes, y que se trataba de un discurso poco menos que revolucionario. Bien, la verdad, y trato de ser completamente objetivo, es que he escuchado serenamente, de principio a fin, todo el discurso inaugural de su reinado ante las Cortes Españolas, y en honor a esa verdad que propongo, fue absolutamente anodino, pre sabido, generalista, en el que no hubo ni una sola intención innovadora y, por el contrario, solo sujeto, a una intervención políticamente correcta, sin entrar en profundidad en los graves asuntos por los que atraviesa nuestra Patria.

Hablar de que siente lástima por los desheredados de este país, o afirmar su coincidencia con la crítica situación económica de España, reconocer a las víctimas del terrorismo o decir algo tan obvio como que nuestra nación es una unidad con respeto a las culturas, tradiciones o idiomas de sus territorios, no parece que haya abierto una auténtica innovación en un discursos de esa naturaleza; eso mismo, lo hemos escuchado de boca del anterior Jefe de Estado, de los Jefes de Gobierno distintos, y de tantos políticos que ganan su sueldo repitiendo como loros, lo que ya se sabe desde la primera lectura de la Constitución del 78. Es decir, el rey Felipe no ha dicho sino un montón de obviedades, de frases hechas, que como dice el refrán, para este viaje no hacía falta alforjas, Por otra parte, qué iba a poder decir el nuevo monarca, que no se supiera. Nuestra Constitución no permitiría otra cosa, así que sin aprobo y sin ira, personalmente vivo esta especie de parafernalia con la distancia de quien sin hacer de esto una  declaración  antimonarquía, se siente ajeno, aunque respetuoso por pura vocación democrática, de la forma y contenido de un discurso para no guardar, ya que al fin y al cabo, nada, absolutamente nada nuevo he oído de su labios.  Una vez más como en casi toda esta clase de oratoria, mis expectativas han sufrido una prevista decepción, eso sí, sin aprobo y sin ira.

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2 COMENTARIOS

  1. Eduardo, que la saudade te ha ganado, ¡Has dicho Cortes Españolas!!, no se si a conciencia o por un duende que se te ha soltado…Que son desde 1979 por lo menos Cortes Generales… Pero, ojo, que para mi son también las Cortes Españolas…

    Un saludo

  2. Por supuesto puse Cortes Españolas a drede. No me gusta la palabra «Generales» y además como soy español, digo españolas. Pero da igual, es lo mismo.

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