Por Eduardo López Pascual para elmunicipio.es
Estas que vienen no son elecciones supranacionales sino que nos afectan cercana y directamente, serán las municipales, una consulta sobre la que los ciudadanos tienen un compromiso con su ciudad, con sus aspiraciones y planes en cada una de los pueblos y ciudades de España, y aquí, nosotros, que fuimos simples mirones en aquella campaña para millonarios, recordad que solo en mails, correos, hubo partidos que gastaron cuatro millones de euros, en esta ocasión podríamos ir con un mínimo de posibilidades que, personalmente, achaco a nuestra voluntad de trabajo, de sacrificio por nuestro mensaje, y la capacidad de estar en la calle.
Creo que en las elecciones municipales si debemos participar, y además, poner toda la ilusión del mundo; una buena exposición de lo que aportaríamos, de lo que queremos, sería una extraordinaria manera de aparecer en los comicios locales que se nos presentan. Hay quien dice, y tal vez tenga algo de razón, que entrar en estas elecciones con nuestro nombre, es como pedir peras al olmo, simplemente porque estamos desacreditados, pero esto se diluye en gran medida si las listas que presente nuestra Falange, viene formada por personas de arraigo popular, si en ella ocuparan los puestos gentes habitualmente considerada por los ciudadanos y desde luego, por afiliados que desde el principio han acreditado su condición de vecinos honestos y democráticos.
Con estas bases de actuación, cualquier lista falangista podría competir con las demás, incluso con las más fuertes, porque en esta liz electoral, al final, son las personas quienes vuelcan un resultado. Por otra parte, si estas notas son válidas, ya se debería estar planificando toda la estructura posible para nuestra participación; otra opción nos la da la presente ley electoral que autoriza la inclusión en las listas municipales, de personas que no residan en la ciudad por la que se presenta, pudiendo de esta manera seleccionar el pueblo o ciudad en la que tengamos más posibilidad de acierto. Creo que aquí, es la prudencia y la buena visión política, la que nos marque el tipo de municipio que nos interese por el número de habitantes, por la entidad de nuestra organización, por la situación, etc.; con preferencia, la mejor opción, sería la de designar a aquellas poblaciones de pocos habitantes, que exigen listas reducidas, y donde unas sola familia azul, podría suponer una garantía de éxito.
Claro que desde la responsabilidad nacional, todo equipo preparado para competir en esas elecciones, tendrá que tener en los asuntos generales, un discurso común, o sea, de ninguna forma caer en declaraciones contradictorias, como hablar de la necedad de los partidos en un lugar, y lo contrario en otro; o despotricar contra la democracia, tildándola de engaño, traición y cosas parecidas, y en otro sitio alabarla sin reservas. Hay que tener cuidado, porque eso nos desvirtúa y nos discrimina. Igual diríamos de los mensajes en los medios, donde repudiamos el que unos se adornen de camisas azules y otras listas vayan, como se debe de ir, por lo civil, sin uniformes de ningún tipo. Las enseña rojinegra y el símbolo de las flechas, es lo que tendrían cabida en una campaña basada en la normalidad social.
Finalizo, aquí con poco dinero y mucha imaginación podemos aparecer con dignidad, sea cual sea el resultado. Importa presentarnos desde la mejor y más normal de las conductas políticas. Solo así lograremos un respeto que escasea en demasiados sitios, casi siempre por nuestra culpa.