Ángeles González Sinde, ministra de Cultura de Zapatero (lo cual es el paradígma de la paradoja) esbozó el futuro del Valle de los Caídos cuando afirmó que «si conseguimos crear un lugar de recuerdo de lo que fue la represión franquista, no será necesario dinamitar la Cruz». Ese proyecto de reciclaje sigue gravitando sobre el Valle de los Caídos, a pesar de que el PSOE y su ley de venganza, solapada y codificada como Memoria Histórica, ya no están en el Gobierno. Tal y como funciona la obsolescencia programada opera también la desidia programada, que es la ley no escrita que el PP y su gobierno le están aplicando al Valle de los Caídos desde que llegaron al Poder. Hoy, el Valle se cae poco a poco comido por la intemperie, devorado por las goteras y mutilado por la desatendida ancianidad de las piedras que derrumba las esculturas sin que una cuadrilla de albañiles de Patrimonio Nacional acuda a adecentarlo.
Ante el estado de abandono del Valle de los Caídos, el diario La Gaceta se ha puesto en contacto con la Asociación de Defensa del Valle de los Caídos. Su actual presidente, Pablo Linares, manifiesta estar convencido de que «al Valle se lo comerá la voracidad política de lo que haya de venir tras las próximas elecciones. Si gobierna el PP lo entregará, motu proprio o forzado, y si gobierna una alianza de izquierdas, los destruirán». En la actualidad, de los monumentos tutelados por Patrimonio Nacional, el Valle de los Caídos es el tercero más visitado después del Palacio Real y de El Escorial. Ni aún así Patrimonio Nacional hace absolutamente nada por mantenerlo y cuidarlo. Según Pablo Linares, «sólo se ocupan de adecentarlo, en la modesta medida de sus posibilidades, los Benedictinos que allí viven. Pero nada más. Cuando nos entrevistamos con el presidente de Patrimonio Nacional, José Rodriguez Spitery, nos pide calma y tranquilidad, pero no da las órdenes necesarias para el mantenimiento del Valle. Sencillamente, y esta es la verdad, porque para el Valle no hay presupuesto, no hay financiación. Tan es así, que la Gerente de Patrimonio Nacional, Alicia Pastor, nos ha pedido que del Valle no se hable, que es un monumento sobre el que, dadas las sensibilidades que provoca, hay que mantener un perfil muy bajo».
Y tan bajo. Para atender y cuidar de las 1.366 hectáreas del Valle de los Caídos hay tan sólo un jardinero. Las humedades en el interior de la Basílica son cada vez más numerosas y más grandes. Nadie las repara. Las estatuas de los Evangelistas que están al pie de la Cruz se caen a pedazos. La base de la Cruz se ha cerrado al público porque su deterioro la hace peligrosa. El funicular no funciona, pero Patrimonio Nacional ha subido las entradas un 80% . Precio que la gente paga para no poder visitarlo porque en su mayor parte está impracticable y supone un riesgo para la integridad de las personas. Pablo Linares relata en Gaceta.es que «ya en el año 2000 los arquitectos avisaron del mal estado del valle. Catorce años después no se ha hecho practicamente nada para remediarlo, salvo reparar La Piedad del pórtico que Zapatero mandó destrozar deliberadamente. El coste estimado de la rehabilitación de Valle en 2000 ascendía a 1.200.000 euros, hoy costaría cerca de 13 de millones. Cantidad que el PP no libraría en sus presupuestos, ni aunque la situación económica general fuese razonablemente buena, porque el PP es, a la vez, víctima y rehén de sus propios complejos históricos respecto de lo que el Valle de los Caídos representa».
Información ofrecida por Eduardo García Serrano en el diario La Gaceta.