Por Carlos León Roch para elmunicipio.es
No ha llegado a darlo, aún, pero el Papa Francisco ha asegurado que lo daría si alguien insultaba a su madre… Lo ha declarado en su viaje a Filipinas, al criticar a aquellos -como los del Charlie- que ofenden a las creencias religiosas, de uno u otro signo.
Vienen las palabras del Papa a corroborar lo que decía José Antonio sobre la violencia:
“Porque, ¿quién ha dicho… que la suprema jerarquía de los valores morales reside en la amabilidad? ¿Quién ha dicho que cuando insultan nuestros sentimientos, antes de reaccionar como hombres, estamos obligados a ser amables?“Bien está, si, la dialéctica como primer instrumento de comunicación, pero no hay más dialéctica que la de los puños y las pistolas cuando se ofenden a la Justicia o a la Patria”.
Naturalmente, la violencia ha de ser proporcionada a la magnitud de la ofensa, y a sus consecuencias. Y como el Papa no tiene pistolas, ni recibe -por ahora- acciones que las justifiquen, por eso, utilizaría sus puños. Y la sociedad debe utilizar “sus puños y pistolas”, las leyes, tanto para salvaguardar la vida, los derechos y las propiedades, como el respeto a las creencias profundas, sean «moras» o cristianas.
La profunda repulsa y condena al vil asesinato de esos periodistas satíricos no nos impiden compartir, con el Papa, el rechazo a una mal entendida libertad de expresión que pretende que permanezcamos impávidos cuando se nos ofende gratuita y gravemente.
Carlos León Roch