Manolo Velázquez, quien fuera jugador del Real Madrid entre el año 1965 y el año 1977, ha fallecido este viernes a los 72 años de edad víctima de un infarto, a las 18:30 horas,, en Málaga donde residía. Campeón de Europa con el Real Madrid en 1966 ante el Partizán (2-1), fue una pieza clave en el centro del campo madridista que dominó el fútbol español en la década de los 60. Además de conseguir la Sexta, ganó seis Ligas y tres Copas de España.
AS / Velázquez nació en Madrid el 24 de enero de 1943 y fue uno de los mejores canteranos de la historia del club, como demostró durante las 12 temporadas que formó parte del primer equipo, en las que disputó 402 partidos. Su inteligencia, habilidad técnica y elegancia hicieron disfrutar al Bernabéu y le convirtieron en el creador del juego madridista.
“Yo no era un tipo contestatario, lo que pasa es que en aquella época al no decir ‘amén’ a todo, hacía que se fijaran más en ti”. Esa frase resume su espíritu. Un carácter que le dio mucho en el terreno de juego, pero que le quitó fuera de él. Velázquez fue rebelde a su manera. Honró la camiseta madridista con su talento innato, su excepcional calidad técnica y una inteligencia en el césped que hizo que sus compañeros le bautizasen como ‘El cerebro’.
Fue un arrebato de esos lo que le empezó a cerrar las puertas del Madrid: en la final de la Recopa de 1971, Miguel Muñoz, el técnico, decidió no convocar a De Felipe, y éste criticó al técnico. Horas después, Bernabéu se presentó en la concentración y reunió a los jugadores: “Mientras ustedes honran el nombre del club, algún compañero suyo se dedica a criticar al técnico…”. Velázquez se levantó y respondió: “Don Santiago, por educación no se debe hablar mal de las personas que no están presentes…”. Ahí empezó una herida que nunca cicatrizaría… y que acabaría con su salida en 1977.
Empezó a jugar al fútbol en la explanada de Las Cuarenta Fanegas, justo al final de la calle Serrano de Madrid, formando parte de la Quinta de la Paloma. Socio del Madrid desde que apenas era un crío, era un habitual en Chamartín donde esperaba a los ases madridistas para que le firmasen autógrafos. Sus primeros clubes fueron el Ibarrondo y el Ipona. A los 15 años ingresó en el conjunto madridista, donde estaría hasta 1977. En total jugó 401 partidos con la elástica blanca (301 de Liga, 44 de Copa, 37 de Copa de Europa, 13 de Recopa, cuatro de la UEFA y dos de la Intercontinental), con 59 goles anotados. Además, fue 10 veces internacional con España, marcando dos goles.
Tras salir del conjunto madridista, se marchó a Toronto, Canadá, donde jugó en los Toronto–Metros Croatia, hasta que un portero le destrozó la rodilla en un lance de juego. Ese fue su punto final como jugador de fútbol.
Tras la retirada, se dedicó a sus negocios. No en vano, había estudiado cursos de banca en sus primeros pasos como futbolista. Fue embajador del Madrid en Andalucía, donde recorría las diferentes provincias haciendo gala de su madridismo, y era muy querido por las peñas blancas.
En apenas cinco meses, el Madrid ha visto como dos de sus figuras más legendarias han fallecido, en un año en el que el club blanco va a celebrar el 60 aniversario de la conquista de la primera Copa de Europa (1956: Real Madrid 4-Stade Reims, 3) y del 50 aniversario de la Copa de Europa que el propio Velázquez levantó en 1966. (Real Madrid 2-Partizán).
Descanse en Paz.