Cualquiera de los dieciocho delegados del PSC que asistieron al comité federal del PSOE regresó el domingo a Barcelona con la misma impresión: lo del sábado fue un desastre de muy difícil reparación y un motivo más para replantearse la tradicional relación con sus hermanos socialistas del otro lado del Ebro vigente desde 1978.
La Vanguardia / Por otro lado, el próximo congreso del PSC que debe celebrarse de aquí a un mes, el 5 y 6 de noviembre, ya preveía, antes de estos acontecimientos, someter a una prueba de esfuerzo la solidez de esos vínculos.
Ahora, tras los acontecimientos de Madrid, esa revisión adquiere mayor sentido, pero, además, le sirve al PSC para parapetarse ante la brutalidad del golpe asestado por las huestes de Susana Díaz a Pedro Sánchez.
El ex secretario general contaba con el apoyo mayoritario de la delegación catalana. “El 97% del PSC estaba cómodo con la posición de Pedro Sánchez. Él entendía lo que estaba ocurriendo en Catalunya y entendía que el PSOE y el PSC debían tener una relación cómoda. ¿Qué ocurrirá a partir de ahora? No lo sabemos, pero lo que sí es cierto es que el grupo que ha liderado el cambio va en una dirección distinta y hemos de ver cómo evolucionan”, explica Nuria Marín, la alcaldesa de l’Hospitalet, que vivió en primera línea el catártico comité del sábado, no en vano era uno de los tres miembros de la mesa que lo presidía.
De acuerdo con el relato de algunos de los delegados socialistas catalanes, está claro que los partidarios de Susana Díaz van a por todas. “Venían a lo que venían y en algunas cosas actuaron como auténticos killers”, admite uno de ellos. Todas las federaciones temen una severa criba de los aparatos territoriales, y el PSC se escudará en su autonomía.
Además, los socialistas catalanes rehusaron integrarse la noche del sábado en la comisión gestora creada tras el cese de la ejecutiva que lideraba Pedro Sánchez con el argumento de que esa cuestión se dilucidará en el congreso. Como ellos, tampoco los vascos estarán por ahora en la gestora dirigida por el minero asturiano Javier Fernández.
“El PSC está en pleno proceso de primarias y pendiente de su congreso y ahí debe decidir su relación con el PSOE. Entretanto, nos mantenemos en la reserva”, advierte prudentemente Assumpta Escarp, la secretaria de organización del PSC.
El calendario ayudará al PSC a aclarar las cosas. Antes de que se celebre el congreso de principios de noviembre, la nueva gestora del PSOE deberá haber resuelto la verdadera –y tal vez la única– cuestión importante que se dilucidaba el sábado: si el PSOE avala por pasiva –abstención– o incluso por activa –voto a favor– la investidura de Rajoy. Como es sabido, la delegación catalana en pleno apoyaba las tesis de Pedro Sánchez, partidario de sostener el no al presidente del PP hasta las últimas consecuencias. Lo que decida la gestora marcará las relaciones entre el PSC y el PSOE.
“Hasta ahora hemos caminado juntos (con el PSOE) –explica Nuria Marín– y así queremos seguir. Aunque el PSC tiene que tener su propia reflexión interna y, en caso de discrepancia, tenemos que manifestarnos de forma independiente. La primera reflexión que se planteará es la abstención o el voto contrario a Rajoy. Creo que el PSC debe seguir diciendo que no”.
Una de las preguntas que quedan por responder es cómo afectará al proceso de primarias del PSC los acontecimientos de la calle Ferraz. Por de pronto, Miquel Iceta volvió a hacer gala de su vocación pactista –en las redes corría la noche del sábado una foto de su conversación con Susana Díaz tratando de llegar a un acuerdo–. Parlon –que ha tenido sus devaneos con la faraona andaluza– dio muestra de sus reflejos políticos cuando la noche del sábado ya anunció que ordenaría a “sus diputados” que votaran en contra de Rajoy, decidiera lo que decidiera la nueva dirección del PSOE. Dentro del PSC esa fogosidad digital no sentó demasiado bien.