El juez Lynn Roberts ha enviado a una mujer a trabajar. Una mujer de estas que se dedica a las labores del hogar y que después exigen ser mantenidas de por vida por sus ex maridos. Lo curioso es que disponía además en su casa de empleadas del hogar.
La mujer se llama Tracey Wright, y tiene 52 años de edad, su ex marido, Ian Wright, es un millonario cirujano de caballos de carreras que ha demandado dejar de pagar la pensión compensatoria vitalicia, y además alegando que esta mujer no ha buscado trabajo en ningún momento. Se quedó tras el divorcio en el pasado año 2008 con una vivienda valorada en 535.000 euros, un establo para los caballos, una pensión anual de 89.000 euros, y la venta de una propiedad que valía más de un millón y medio de euros y se repartieron el dinero al 50 por ciento.
Palabras del juez:
“…El mundo del trabajo tiene posibilidades infinitas. Un gran número de mujeres con hijos lo consiguen cada día, y eso es lo que debería hacer Mrs. Wright. No creo que sus hijas vayan a sufrir por que ella trabaje, eso les dará un buen modelo de comportamiento. Deniego también las otras razones que da, sobre sus responsabilidades con los animales, los árboles o la limpieza. La señora Wright no ha hecho ningún esfuerzo para buscar trabajo o poner al día sus habilidades porque ha dado por hecho que sería mantenida de por vida. Es esencial que empiece a trabajar ya…”
Intervienen también en la noticia la letrada Holly Tootill, también Elizabeth Hicks. Charlotte Posnansky:
“…La pensión por divorcio ha dejado de ser un vale gratis para toda la vida…”
“…En las implicaciones financieras del divorcio el péndulo ha oscilado claramente a favor de las mujeres, pero ahora parece estar moviéndose en sentido contrario…”
Quien se muestra en contra de que la mujer se busque la vida y deje de ser mantenida por el marido es la periodista Rachel Royce, que considera que «tanto jueces como la seguridad social quieren que estas mujeres se pongan a trabajar», ha señalado a los medios de comunicación.