Por José María García de Tuñón Aza
El 22 de abril de este año con motivo de presentar su libro en Oviedo «José Antonio, el hombre que todos convirtieron en mito», tuve el gusto de saludar, también conocer, a su autor Pepe de las Heras. Con éste ya llevaba algún tiempo intercambiándonos correos electrónicos. Incluso me dedicó un ejemplar del libro: «Para mi amigo y camarada José Mª, con muchísimo afecto y la certeza de que volverá a reír la primavera». Al mismo tiempo me envió el guión de la película que espera, esperamos, algún día pueda estrenarse en las principales salas cinematográficas de Europa. También en Oviedo, menos tiempo del que yo hubiera deseado, charlamos un rato. Recuerdo que me habló de su página de Facebook, a la que yo jamás había entrado. No había ninguna razón especial, simplemente porque es algo que no manejo. De vez en cuando entro en la de la Fundación José Antonio Primo de Rivera, obligado para mí al ser el presidente de la Fundación que lleva el nombre del fundador de Falange. De las Heras me invitó a que entrara en la suya y así hice en la primera ocasión que tuve. Vi que respiraba falangismo por todas partes y eso me gustó.
Sin embargo hubo algo que me llamó mucho la atención porque, firmado por Juan Manuel Cepeda, leí una pequeña biografía de una persona que yo conocí en mis años mozos, aunque nunca llegué a hablar con él. Era Rafael Arias de Velasco Sarandeses. En el título también se podía leer «Falange Asturiana, primera línea». Como soy asturiano y como decía, conocí de vista al personaje que ilustraba la pequeña biografía. Ni que decir tiene que la leí con mucho interés, pero al mismo tiempo que iba leyendo mi decepción iba en aumento. No podía creer que muchas cosas que las que allí escribía Juan Manuel Cepeda no fueran lo suficientemente documentadas para sostener que todo era verdad, que todo ocurrió como él decía. Sin embargo, como pienso que la historia no hay que contarla sin estar debidamente documentada, voy a intentar desmentir algunas cosas que ha escrito el autor.
Voy a comenzar por el final porque me ha llamado poderosamente la atención que diga que Rafael Arias de Velasco al acabar la guerra fue nombrado alcalde Oviedo. No es cierto, jamás lo fue. Y casi me atrevo a decir que ni tan siquiera llegó a ser concejal. Que consulte la Enciclopedia de Oviedo, que recoge dos siglos, o el archivo del Ayuntamiento ovetense. Más adelante Cepeda escribe que «durante la Revolución de Asturias tuvo una intervención muy distinguida…». El autor no sé de dónde saca esa información, pero sí puedo decir que José Luis Jerez Riesco en su libro Elegidos para la gloria, que hace una minuciosa descripción de la participación de los falangista asturianos en ese tiempo y en donde José Antonio concedió varias Palmas de Plata y otras condecoraciones, el nombre de Rafael Arias de Velasco no aparece por ningún lado. «A comienzos de la Guerra Civil asume el mando provincial de la Falange Asturiana al estar detenidos la mayoría de sus dirigentes». ¡Qué barbaridad tan grande!, digo yo. No es cierto nada de lo que dice. Era secretario provincial Yela Utrilla quien ya avanzada la guerra visita en Burgos a Hedilla y éste le ratificaba en el cargo a la vez que le nombra jefe territorial provisional. Al mismo tiempo nombra jefe provincial provisional a Ricardo Fernández González y jefe provincial de Milicias, también provisional, a Federico Cavanilles Riva. Por último, y de igual forma provisional, nombra subjefe provincial de Milicias a Rafael Monte Ortea. Estos nombramientos los firma Manuel Hedilla el 27 de octubre de 1936 (ver diario Región, 30-X-1936). Por otro lado existe una carta de Manuel Hedilla, en mi poder, dirigida a mi padre, Celso García de Tuñón, consejero nacional y jefe local de Oviedo, de la misma fecha en que firma los nombramientos en la que, entre otras cosas, le dice:
«Te dirijo la presente para hacer un llamamiento a tu disciplina y a tu fervor por la Falange. Es menester que aceptes como jefe provincial al camarada Ricardo Fernández, y como territorial provisional a Juan Francisco Yela, que como bien sabes es el secretario territorial efectivo. Igualmente aceptarás como jefe y subjefe provisionales de Milicias a los camaradas Federico Cavanilles y Rafael Monte Ortea».
Como vemos, el nombre de Rafael Arias de Velasco no aparece por ninguna parte, Ni tampoco aparece ese mes, como dice Cepeda al final de su biografía, la confirmación de Hedilla nombrándole Jefe Provincial de la Primer Línea de Oviedo. Es decir, según el biógrafo, primero asume el mando provincial de la Falange Asturiana, sin que diga quién se lo entrega, y, después, Hedilla lo confirma como Jefe Provincial de Primera Línea de Oviedo. Demasiados cargos que Cepeda no nos dice de qué fuentes bebe para escribir lo que ha escrito.
Más adelante escribe que el general Aranda –no era general todavía, era coronel– recluta a más de 690 voluntarios falangistas creando la famosa Harka. Este párrafo no lo veo claro. En un momento, Juan Manuel Cepada escribe: «siendo su jefe político». Pero no da el nombre, al menos no me atrevería a decir a qué persona se refiere. Así, pues, no me atrevo a entrar en esta cuestión. Solamente decir que si alguien está interesado en conocer mejor lo que fue la Harka, le recomiendo lea el libro Los defensores del cerco de Oviedo, de Guillermo Martínez García, y verá, desde el punto de vista histórico, cómo se formó esa unidad, al mismo tiempo que da una serie de nombres donde no aparece el de Rafael Arias de Velasco.
La Historia es la que fue y no la que algunos quieren que haya sido. Todo lo que he escrito está debidamente documentado. Si mis fuentes están equivocadas, habrá que demostrarlo.Y nada más. Si este escrito Pepe de las Heras quiere darlo a la luz, tiene mi autorización, de lo contrario no pasa nada. Mi intención principal fue probar a mi querido amigo, autor de José Antonio, el hombre que todos convirtieron en mito, que lo que ha publicado en su Facebook, firmado por el ya citado Juan Manuel Cepeda, sobre Rafael Arias de Velasco, no es cierto. Casi me atrevería a decir que no es cierto en su totalidad. Y siempre refiriéndome a la época a la que el autor hace referencia.
JOSÉ Mª GARCIA DE TUÑÓN AZA