El golpismo separatista prosigue sin la mayoría de los catalanes
Por Erik Encinas Ortega para El Municipio
Los separatistas siguen dando la espalda a la mayoría de los catalanes por no pensar como ellos, pero también a los verdaderos problemas de la sociedad catalana: una fuga de empresas masiva e histórica que se llevado a miles de empresas de Cataluña por culpa del proceso separatista, una gran fractura social, la decadencia de los servicios públicos, el aumento de la pobreza, la notable precariedad laboral, entre otras graves problemáticas que deben ser abordadas como merecen.
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Pero la realidad paralela en la que vive inmerso el separatismo es bien distinta a todo, porque opta por un camino de ruptura, surrealismo,violencia y golpismo contra los catalanes que no quieren la independencia, limitando sus libertades y coaccionando sin parar a toda oposición que pueda perjudicarles en el transcurso del proceso secesionista, incluso con utilizan una fuerte represión, ya que han existido numerosos casos de agresiones intolerables hasta a mujeres y niños no independentistas.
El sectarismo y odio del separatismo es total y cada día que pasa se supera, porque no dudan ni siquiera en autolesionarse para desprestigiar a los opositores. Es ciertamente grave e irresponsable que el Gobierno de España de Sánchez Castejón sea participe de está espeluznante situación, bien por su pasividad en ciertos temas o colaborando directamente también en pactos secretos con las fuerzas separatistas, supremacistas y racistas de Cataluña, llegando a proporcionar grandes cantidades de dinero del erario público de todos los españoles a cambio de únicamente prolongar el mandato de Presidente sin pasar por unas Elecciones Generales.
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Sánchez es capaz de liberar a unos ‘presos golpistas’ que los separatistas llaman ‘presos políticos’, con tal de permanecer en Moncloa. Por lo tanto, Cataluña dejó de tener democracia hace bastantes años, y con el paso del tiempo todo ha ido a peor.
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Lamentablemente, es un contexto político, social y económico de mucha tensión y de extremo desasosiego. Las consecuencias derivadas del proceso separatista son auténticamente destructivas, ya que nos han conducido a una terreno contextual prebélico comparable al que se vivió en la Segunda República (1931-1936), y que se saldó tanto dentro de la República como en la Guerra Civil (1936-1939) con unos resultados espantosos, entre ellos, la muerte de miles de ciudadanos de ambos bandos, pero todos algo en común: ser españoles.
