Desde el primer confidencial navarro, Alfredo Urquijo, nos explica en un escrito el significado de la película más taquillera del momento “8 apellidos vascos”.
Somos muchos los que nos hemos alegrado de la aparición de “8 apellidos”(con sus matices), porque con humor se retrata el nacionalismo excluyente , mitómano y xenófobo que en el mejor de los casos tolera “al de fuera” y le perdona la vida si asume lo que ellos quieren que asuma de lo que para ellos es lo autóctono.
Lo que la película en cuestión ha sacado a la palestra es ni mas ni menos lo peor del narcisismo excluyente del nacionalismo vasco, especialmente virulento en Vizcaya, Guipuzcoa y en partes de Navarra.
“8 apellidos” se transforma sin buscarlo en punta de lanza y quintacolumna frente a un nacionalismo xenófobo. La pureza racial (solo es vasco quien lo es por los cuatros costados= cuatro abuelos) travestida de culturalismo progre (vasco es quien habla vasco) pero que cuando llega el deshielo del miedo aparece desnudo e indefenso a los ojos de todos.
Entre risa y carcajada va calando la idea de que no hay que tomarse tan a pecho ciertas cosas, y que el agua de Ibiricu no es tan distinta a la de Sorauren , y si lo fuera tampoco es causa de orgullo colectivo.
Aunque no era su objetivo “8 apellidos” es la mejor arma contra un nacionalismo exacerbado, racial , falsario y generador de odio al de Burgos, Santander, Logroño, Jaca, zaragoza también al de Tudela (aunque desde hace unos años la estrategia dicta que hay que ganarlos para la causa).
¿Alguien ha oído alguna de estas frases?:
¿“y tú de dónde eres”?
“sus padres son de fuera”,
“su madre no es de aquí”.
“su abuelo castellano”
“es que sus padres son de jaca…”
o el clásico “vete para Burgos”.
El orgullo de lo propio y de las raíces es natural y lógico pero el límite es cuando solo por eso nos creemos superiores.
Bueno será que el humor nos haga mejores y mas libres de prejuicios y ataduras.
Parece que Miguel de Cervantes quiso escribir El Quijote para que con -humor ,parodia e hipérbole- acabasen los folletines en que habían devenido las novelas de caballerías. Y parece que así fue.
¿Se repetirá la historia?