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“The New York Times” da voz a quienes piden reflexionar sobre el futuro de la monarquía en España

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En un artículo publicado en la edición española de “The New York Times”, el escritor argentino Martín Caparrós se aleja del pensamiento único dominante en la mayor parte de los medios de comunicación españoles y reflexiona sobre la necesidad o no de que exista un Rey en España. TVE compró para ocultarlo un vídeo en el que Letizia Ortiz hablaba contra la Monarquía española

En su texto, escrito en forma de carta y titulado “A Sumajestad, el rey de España”, Caparrós, que, curiosamente, hace unos años recibió el Premio Periodístico Rey de España, explica que “renunciar, abdicar, señor Sumajestad: conseguirse una casa, irse a su casa, buscarse un buen empleo. Se lo digo, repito, sin rencores. He escuchado decir que usted es más o menos buena gente, tolerante, incluso moderno para rey; alguien me ha llegado a decir que le van los sociatas. Serán, supongo, esos infundios que las personas como usted están acostumbradas a esquivar o, mejor, a desdeñar como merecen”.

“Así que no es nada personal. Al contrario, creo que es por su bien, por eso se lo digo. Su trabajo es aburrido y un poco rancio y bastante cómodo —no tiene jefes, no lo pueden echar, no hay quién le mida los horarios, no pueden amenazarlo con una reducción de personal— pero tiene una exigencia fuerte: debe usarlo, señor Sumajestad, para buscar su lugar en los libros de historia. Y no es fácil: su papá, señor, hizo lo más difícil. Reinstauró su monarquía, colaboró –dentro de un orden– con el restablecimiento de la democracia, se hizo querer, hizo mucho dinero. Usted, con todo respeto, no tiene mucho nuevo por hacer. Si acaso repetir y conservar, sin aspavientos, lo que él ya dejó hecho. No es gran cosa para los manuales”. Lo que la Casa Real no quiere airear de Doña Letizia Ortiz

“Así que su única opción para no ser una nota al pie, señor Sumajestad, un párrafo perdido, es abdicar. Imagínese el golpe: usted en la pantalla anunciando que quiere ser un ciudadano como todos, vivir como uno más, hacer las cosas por su propio esfuerzo, porque entendió que privilegios como el suyo, por puro mérito de cuna, ya no tienen ningún sentido en estos tiempos; que todos los españoles deben ser iguales y que eso lo incluye y que por eso declara caduca y caducada la institución que representa, y propone acabarla”.

Martín Caparrós, que es autor de varias novelas y de numerosos libros de viajes, se suma a las pocas voces que piden reflexionar sobre el futuro de la monarquía en España, y añade en su texto, lo siguiente: Daily Mail destapa el pasado oculto de la Reina de España Doña Letizia Ortiz

“Imagínese, señor, la sorpresa, el respeto. La renuncia siempre tiene buena prensa: alguien que, sin presiones, por convicción y propia decisión, deja algo que tenía. Y su renuncia sería única: no habría sucedido nunca antes. Por una vez, el adjetivo más devaluado de nuestro léxico de adjetivos devaluados, el adjetivo “histórico”, estaría justificado. Usted se habría ganado, en buena ley, el lugar que precisa en los libros de historia y fundado algo distinto, algo que podría durar siglos. Usted, entonces, ya no sería un capítulo más: sería un nuevo comienzo. Quizá le parezca que no es para tanto: yo imagino que sí. En una sociedad donde nadie tenga privilegios por motivos tan bobos como su ascendencia, es más fácil postular que nadie debe tenerlos por su dinero o su poder: que si alguien engaña o roba debe ir preso, sea quien sea, tenga lo que tenga; que si alguien necesita comida o salud o educación debe obtenerlas, sea quien sea, sin diferencias de poder o dinero, y todos viviríamos mejor”.

“Y no se deje arredrar por quienes dicen que usted es necesario como prenda de unidad, símbolo de este país siempre en cuestión. Es cierto que las naciones —esos inventos caprichosos y frágiles— usan símbolos, necesitan símbolos; las naciones tienen banderas, memorias, himnos, grandes relatos, odios, camisetas. Son símbolos con cierto grado de abstracción, desencarnados: unos colores, unos dibujos, unas palabras, unos versos con su musiquita. Que una nación necesite simbolizarse en un jefe vitalicio —sintetizarse en un señor, en carne— es un gesto de tan poca abstracción que suena pobre. Permita que su nación consiga símbolos mejores: más contemporáneos”. Letizia Ortiz: “Una republicana en la corte de Juan Carlos I” y su leyenda negra

Información ofrecida por el diario La Tribuna del País Vasco

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