Camino despacio
hacia el Belén nevado
con un villancico prendido,
colgao en los labios.
Es como un verso a José,
a María, y al Niño
que duerme en su regazo.
Dos bueyes
calientan la noche helada
para que Jesús no tenga frío,
los pastores sus rebaños arriman
y los reyes llevan en sus manos
el oro, el incienso y la mirra.
Atrás quedaba Herodes
en su gran castillo de arena,
mientras que la luz mágica
de la estrella
iluminaba el cielo y la cueva.
Eduardo López Pascual.
Colabora con el periódico digital El Municipio con un donativo para seguir informando con un periodismo combativo en libertad
Pincha en el boton Donar. Muchas gracias por tu ayuda y colaboración.