Un padre de familia es sacado de su hogar, durante la II República, delante de su esposa e hijos, bajo la grave acusación de ser “católico”. Y a estos muchachos tan democráticos sólo se le ocurre llevar a su prisionero a la Casa de Fieras del Retiro (entonces allí estaba el Zoo de la ciudad de Madrid) y echarlo a los leones hambrientos que se lo comieron en un santiamén. ¡Qué chicos tan divertidos y tan democráticos! Practicaban la justicia revolucionaria a la que, de vez en cuando, le gusta aludir a Pablito Iglesias y la democrática Podemos.
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Uno de los hijos, que presenció la detención cuando era un niño, se hizo luego sacerdote. Durante toda su vida jamás le oyó nadie una palabra de venganza, ni tan siquiera de crítica hacia los asesinos de su padre.
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Así que luchemos contra el tópico -que no es mal empeño- y repitan conmigo: la II República sí asesinó a muchos. Sobre todo, cristianos. Los antiguos socialistas, comunistas y anarquistas se liaron a asesinar a cristianos, militares y fascistas varios… sin juicio previo. Simplemente. No les caían bien. Como le dijeron al protagonista de nuestro invento, de nombre Alfonso Muñoz Tejada, cuando preguntó a los milicianos por qué le detenían, estos respondieron:
-¿No es usted católico practicante? ¿No le parece a usted suficiente motivo?
En el entretanto, los gobiernos de izquierdas permitían y alentaban los crímenes.
Así que menos hablar de golpe militar franquista y más mirar hacia dentro. —Siete mil sacerdotes asesinados; diez mil templos devastados; miles de familias católicas enlutadas—
La II República fue una democracia, en efecto, pero una democracia homicida y sangrienta, especialmente cristófoba.
Información ofrecida por Eulogio López en el diario Hispanidad