Inicio Opinión Invitada El Camino Español. Una cremallera a la piel de Europa

El Camino Español. Una cremallera a la piel de Europa

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Por Francisco Caballero Leonarte para elmunicipio.es

(Acertadísima exposición celebrada en el palacio del Gobierno Militar de Barcelona del 10 al 19 de octubre de 2014)

Parece que sea un mal endémico el que los españoles -en general-  seamos ignorantes de nuestra propia historia. Nos encantamos con películas y novelas del oeste americano, con gestas -ciertas o ficticias- de ingleses, franceses…y somos desconocedores de los más grandes hechos de los compatriotas que nos precedieron. Julián Juderías, en el prólogo de su libro La leyenda Negra, escribe sobre las causas de ésta: Porque, aunque sea triste confesarlo, culpa principalísima de la formación de la leyenda negra la tenemos nosotros mismos (…) porque no hemos estudiado lo nuestro con el interés, con la atención y con el cariño que los extranjeros lo suyo, y careciendo de esta base esencialísima, hemos tenido que aprenderlo en libros escritos por extraños e inspirados, por regla general, en el desdén a España.

Viene a cuento este pequeño exordio porque, para la mayoría de visitantes de la exposición de “El camino español”, ha sido todo un descubrimiento. Casi nadie había oído hablar de esa realidad histórica que maravilló a tanta gente en su época. El autor británico Geoffrey Parker escribió en su obra El ejército de Flandes y el Camino Español: “es un milagro que hayan podido alguna vez llegar a los Países Bajos soldados españoles, especialmente por tierra”; y es que recorrer a píe casi 1.300 Km. con carros cargados de víveres y municiones, equipos personales…y, por añadidura, las mujeres y prole de muchos soldados, no deja de ser una proeza. Si tenemos en cuenta, además, que tenían que cruzar grandes macizos montañosos y ríos caudalosos, como el Rin, la cosa ya adquiere un extraordinario mérito.

Gracias al invento de la informática pudimos tener noticia de la exposición que debía instalarse en el señorial palacio del Gobierno Militar de Barcelona y, como es natural en nuestro caso, inmediatamente hicimos una campaña de difusión para que todos los miembros de la Sección Delegada de la AESVM en Barcelona pudieran disponer de la información precisa y acudir a visitarla. Resultó una buena idea, pues hemos sabido que, en fechas y horarios distintos, han sido muchos los miembros de nuestra Entidad –algunos acompañados de familiares- que pudieron disfrutar de la susodicha exposición que, dicho sea de paso, no se conformó con mostrar unos objetos, sino que, generosamente, dispuso de unos verdaderos eruditos, los cuales vestidos a la usanza de los soldados de los Tercios, se encargaban de dar explicaciones a los grupos de visitantes.

La exposición estuvo muy bien diseñada y ambientada. Fue un acierto el exponer armas, equipo, objetos de uso personal de los soldados, cartografía…y, por supuesto, las demostraciones de cómo se utilizaba en aquellos tiempos la pica y el arcabuz. Solo eché en falta el redoble del tambor. Hubiese sido la guinda del pastel: un experto interpretando los toques reglamentarios de la época; pues, ese era el instrumento que en aquel entonces se usaba para esos menesteres. De ahí viene, precisamente, aquel dicho que tantas veces habremos escuchado: ¡oído al parche! (al parche del tambor, naturalmente), con lo cual se nos está indicando que no caigamos en la distracción que nos prive de saber, en cada momento, qué es lo que tenemos que hacer.

Nos informamos que esa exposición ha sido itinerante. Ha finalizado su periplo en la Ciudad Condal, coincidiendo con las fechas conmemorativas del descubrimiento de América, Fiesta Nacional de España, después de haberse hecho presente en Madrid, Estrasburgo, Besanzón, Bruselas y Breda, ciudades en las que, según nos informa Jesús Dolado, uno de los organizadores, obtuvo una cordial cogida y éxito de público.

Desde hace unos pocos años se han venido publicando diversos libros que, de forma directa o implícita,  tratan sobre el Camino Español. A riesgo de olvidarme de algún título –y pido perdón por ello- tengo que mencionar los que conozco: El Camino Español, de Luís Reyes Blanc; El Ejército de Flandes y el Camino Español (1567-1659), de Geoffrey Parker; Una Pica en Flandes, de Fernando Martínez Laínez; Pisando Fuerte,  de Fernando Martínez Laínez; Tercios de Flandes, VV.AA.; El Camino Español y la Logística de los Tercios. Aportaciones de Calatayud y Comarca, de Fernando Martínez Laínez y Javier Sánchez Tarradellas; El Camino Español. La huella de los Tercios en Europa, VV.AA. Pero, estoy seguro que el mayor artífice de este fenómeno de signo cultural-histórico que, poco a poco, está rearmando la decaída moral patriótica de los españoles, es Arturo Pérez Reverte. Sus novelas históricas, con su personaje Alatriste, han contribuido mejor que nadie a estimular la investigación e interpretación sobre nuestro propio ser, como nación, en el andar de la historia moderna. Al precursor, y los autores actuales, así como a las asociaciones Retógenes, de historia militar, y Amigos del Camino Español de los Tercios, tenemos que expresarles nuestra felicitación por la extraordinaria labor que están realizando, pues, a no dudar, están contribuyendo eficazmente al conocimiento de nuestra propia historia –de lo que estamos tan necesitados por culpa de las falsedades divulgadas por los grupos separatistas- y, quizás, lo más importante, mostrar cómo los españoles, unidos por grandes empresas, hemos sido capaces de crear y mantener durante dos siglos una gran potencia en el Mundo.

                                                                                                        Francisco Caballero Leonarte

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