Por Fernando Conde
La vida del gran capitán vallisoletano comenzó a torcerse un 9 de mayo de 2006. Ese día el siempre siniestro Rubalcaba decidía, a instancias de un informe elaborado por una inspectora de Hacienda cuyo conocimiento del coleccionismo inversionista era prácticamente nulo, intervenir, como si de una cédula yihadista se tratara, las dos empresas señeras del sector del coleccionismo de inversión en España. Años antes, el gran capitán se había convertido en la imagen pública de una de ellas. Su prestigio personal y profesional, unidos al empeño de su propio patrimonio en la empresa que durante tantos años había patrocinado al equipo de baloncesto de su ciudad natal, servían como garantía ante cualquier inversor. Y fueron muchos quienes creyeron en la virtud de unas empresas que, hasta la malhadada fecha, cumplían todos los requisitos legales.
La pasada semana la justicia ha dejado vista para sentencia la vía civil del proceso de Forum. Ha bastado el testimonio de dos coleccionistas filatélicos para que el juez tenga suficientes datos para emitir una sentencia que conoceremos en breve. Resulta extraño que en un proceso en el que se pone en duda la autenticidad de ingentes colecciones de sellos procedentes de todo el mundo, baste con el criterio de dos aficionados a los sellos para determinar el valor de las mismas. En el libro «El saqueo de Afinsa», su autora, Milá Hernán, denuncia que en el caso de esta otra empresa, los supuestos peritos a los que el juez encargó valorar la filatelia no eran sino tenderos con un puesto de venta de sellos en el mercadillo madrileño de los domingos en la Plaza Mayor. Y, para cura de escépticos, los identifica por sus nombres.
Es entonces cuando uno se pregunta si la suerte vital de Lalo hubiera sido otra de haber en España una justicia más rigurosa. Quién sabe. Descansa en paz, Capitán.
Artículo de Fernando Conde en el diario ABC de Castilla y León.
