Por Carlos León Roch para elmunicipio.es
Así termina el emotivo escrito que el teniente Martín Cerezo, superviviente de los defensores en el sitio filipino de Baler escribe a su familia, describiendo una Nochebuena acosada y lejana.
Y es que, frente a la injuria y humillación de esa dichosa película actual, muchos españoles, muchos filipinos, tenemos otra visión de las cosas.
El día 30 de diciembre , colaborando con la embajada de Filipinas, la Orden Filipina de Rizal realiza una ofrenda floral a ese médico-oftalmólogo hispano-filipino injustamente fusilado… por pretender para su tierra un trato similar al de los virreinatos americanos, que nunca fueron ni eran colonias.
Las enormes distancias, el inaudito trayecto del «barco de Manila», la presencia de España durante cuatro siglos, la persistencia de religión, apellidos y afectos conmueven sentimientos; sentimientos a los que repugnan tratamientos denigrantes como los que se pretenden exhibir impúdicamente en la «dichosa» película.
Transcurrido más de un siglo de la gesta de Baler «otros de Filipinas», aunque no hayamos pisado jamás esas tierras, nos sentimos orgullosos de aquellos héroes, perseverantes ante la desesperanza; como nos sentimos agradecidos y próximos a aquellos «enemigos» que , tras la derrota, les trataron con honor y afecto, como decreta el propio presidente de la emergente nación.
Entonces -y ahora- «otros» seguimos amando la bandera de nuestra patria infortunada. Aunque la España que tenemos no nos guste, o,tal vez, porque no nos gusta.