Hilde M., de 80 años de edad, caminaba lentamente por las calles de Graffstraße, en el distrito Neulindenau, en Leipzig, Alemania. La anciana se cruzó con un hombre. Así describe lo que ocurrió a continuación: —Un refugiado viola a una anciana de 79 años en un cementerio—
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“Estaba de pie junto a los contenedores. Un tipo Southlander [tn: “südländisch” es el eufemismo políticamente correcto utilizado en Alemania para referirse a alguien de piel oscura] que llevaba un gorro. Lo miré brevemente. Él no dijo nada. Entonces, de repente, se me acercó y me dio un puñetazo en la cara”.
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Según informa el portal Bild, la anciana, aturdida y cubierta de sangre, pudo caminar unos metros hasta que un transeúnte acudió en su ayuda. Fue entonces cuando el agresor desapareció.
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Como es habitual, la mayoría de los medios de comunicación alemanes no han informado del suceso. Debe ser que, contra lo manifestado por Angela Merkel, la anciana no era dueña de su destino, según han informado desde Alerta Digital.
