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Pio Moa: «Adiós a un tiempo»

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Pio Moa
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Por Pio Moa

En 2006 comencé en Libertad Digital una serie de “recuerdos sueltos” que tuvieron buena aceptación entre los lectores. Son evocaciones personales, algunas humorísticas, otras menos, a las que he procurado relacionar con hechos más generales, como destellos de una época. Aquí los expongo sin orden cronológico, aproximadamente como salieron en el periódico. Los saltos en el tiempo no despistarán al lector, aunque le obliguen en pequeña medida a reenfocar aquí y allá su atención.

He aprovechado para introducir en la segunda parte una crónica de viaje por Las Hurdes y trozos sueltos de mis memorias del PCE (r)-GRAPO, que titulé De un tiempo y de un país, alternándolos con otros de Viaje por la Vía de la Plata. Los dos libros están agotados, pero el primero está a punto de reeditarse en Ediciones Encuentro, y el segundo quizá lo reedite pronto en formato electrónico. Incluyo asimismo unos poemas nacidos de una situación anímica peculiar y pasajera.

El tiempo referido aquí se extiende desde el franquismo, en el que transcurrió mi niñez y juventud, hasta años recientes. La sociedad ha cambiado mucho, a veces a mejor y a veces a peor, diría que en conjunto más a peor que a mejor. Puede pensarse que esa sensación proviene de haber empezado el siglo actual ya con cincuenta y dos años, y de la tendencia a idealizar la juventud y la infancia, pero creo que no es mi caso, nunca he sentido que “cualquiera tiempo pasado fue mejor”, con perdón del gran Jorge Manrique.

Como fuere, estas memorias asistemáticas no pretenden comparar el hoy con el ayer, ese es aquí un problema ajeno. Son recuerdos muy personales, insisto, aunque de ellos se escape, o eso espero, algo así como un aroma del tiempo ido, que otros puedan captar. Supongo que muchos, también jóvenes, podrán identificar e incluso identificarse con aquel pasado y también con el reciente hoy, en rápido cambio.

Siempre me asombró el misterio del tiempo, que sin descanso crea y destruye, saca nuestras vidas de alguna sustancia inasible a nuestro entendimiento y las devuelve a ella, forja la realidad y la disuelve. Contar nuestras vidas debe de ser un intento de permanecer en esa realidad que día a día, minuto a minuto, se va transformando hasta desaparecer. Todos relatamos a veces la propia vida, oralmente o por escrito, pese a que, paradójicamente, sabemos de ella menos de lo que imaginamos, aun sin contar las lagunas de la memoria, intencionadas o no (baste notar los distintos recuerdos que tienen unas personas y otras de los mismos sucesos). Aquí lo hago solo en retazos que espero resulten significativos.

Omito episodios especialmente duros, que también forman parte de mi biografía, como la réplica que dimos el 1 de octubre de 1975 a las últimas ejecuciones del franquismo, consideradas entonces por casi todo el mundo un crimen brutal de Franco y que hoy valoro de muy distinta forma; o los secuestros de Oriol y Villaescusa y otros parecidos. No los incluyo porque el carácter de este libro de recuerdos es muy distinto y no he querido politizarlo en exceso ni convertirlo en un libro de historia. De todas formas, el lector curioso puede encontrar relatos detallados de esos hechos en mis memorias de la época, De un tiempo y de un país, y en el último capítulo de Los crímenes de la Guerra Civil, titulado precisamente “Un coletazo de la guerra”.

Adiós a un tiempo por Pio Moa

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