«La Corte de Felipe VI» (La Esfera de los Libros), libro firmado por los periodistas Daniel Forcada y Alberto Lardiés, arranca con la abdicación inesperada de Don Juan Carlos, que cede a su pesar la jefatura del Estado a su hijo Felipe VI. Los españoles (salvo los que leyeron la exclusiva de ‘El Confidencial’ esa mañana) no saben nada y menos el equipo de RTVE que se traslada al Centro Nacional de Inteligencia supuestamente para grabar un mensaje de la vicepresidenta Soraya Saénz de Santamaría. La sorpresa de los ocho trabajadores es mayúscula cuando –después de retirarles el móvil– los trasladan en autobús al palacio de las Zarzuela. Allí la responsable del equipo de RTVE se dirige a los de comunicación de la Casa del Rey: “¿Qué está pasando? ¿Qué hacemos aquí?”. “Nada, solo que este año vamos a grabar el mensaje de Navidad seis meses antes”, les dicen. Entregan un ‘pendrive’ donde está el texto que va a ser leído por Su Majestad. Al ver el contenido del ‘teleprompter’ se quedan atónitos.
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A partir de este cambio solicitado, unos directamente y otros de tapadillo, por parte del poder político, empresarial, intelectual y hasta de algunos de los altos mandos militares, que sentían que la monarquía se iba al traste, los autores van desgranando verdaderas perlas informativas, salpicadas de anécdotas hasta ahora inéditas, situaciones muy complicadas tanto en el ámbito familiar como en la corte paralela que rodeaba al emérito y en algunos casos al Rey actual cuando era príncipe. Se le permitieron licencias y caprichos que se atajaron cuando marchó a Georgetown. “Un ejemplo muy claro de ese otro Don Felipe es aquel viaje a la isla de Saint Martin con Gigi Howard en el que la Casa Real mintió deliberadamente a la prensa al asegurar que el príncipe se quedaría en Estados Unidos estudiando para sus exámenes. Aquella escapada, como otras con los Fuster, López Madrid o el venezolano Lorenzo Mendoza, eran vacaciones a todo tren y muy elitistas”, revela Forcada en conversación con ‘Vanitatis’.
¿CREES QUE LOS AMIGOS DEL REY TENÍAN MANÍA A DOÑA LETIZIA?
En el libro se describe la animadversión del heredero a la palabra ‘campechano’, tan utilizada para definir a su padre. También la crisis matrimonial de los entonces príncipes, donde hubo quien echó más leña al fuego en vez de ofrecer extintores. Se habla de los amigos pijos que ninguneaban en aquellos primeros años de noviazgo a Letizia, a la que en tono despectivo llamaban ‘la periodista’ o ‘la chacha’. Algunos de ellos, como relatan Forcada y Lardiés, ya no forman parte del círculo familiar de los Borbón-Ortiz y otros no son del agrado de la Reina, pero Felipe los sigue tratando en solitario. Hay en el libro un capítulo muy revelador de estos afectos y de cómo Letizia también hace su vida con sus amigas. El núcleo más de fiar esta formado por los compañeros de las academias militares, con los que el Rey mantiene una estrecha relación, tanto con ellos como con sus mujeres. A la Reina también le gustan.
Letizia, con su forma de ser y su carácter, tampoco lo ha puesto fácil. En el libro se cuenta que los amigos más elitistas de Felipe se referían a ella como “la chacha” cuando empezó el noviazgo y pensaban que eso sería un romance pasajero.
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Los autores también describen cómo funciona la comunicación en Zarzuela y analizan el papel de los distintos jefes de prensa y sus colaboradores. “Don Juan Carlos había encomendado a Iribarren como una de sus principales tareas dar a conocer a la opinión pública las bondades de los príncipes de Asturias. Pero ambos seguían enfadados con la marcha de Jordi Gutiérrez y recibieron a regañadientes al nuevo responsable de comunicación. En ese contexto de cierta tensión, propusieron a Iribarren que nombrase como su segundo de a bordo a un conocido suyo y llegaron a enviarle el currículum del susodicho. Su favorito era un periodista que se dedicaba a las nuevas tecnologías, a veces escribía en ‘El País’ y residía en Barcelona. En cambio, Aza e Iribarren concluyeron que este fichaje era una idea disparatada. Y se decantaron por contratar a Javier Arenas, exdirector de Radio Nacional, para inicial disgusto de los hoy Reyes. Aquel nombramiento de enero de 2010 se ha revelado acertado, teniendo en cuenta que Arenas ha continuado en la casa como mano derecha del propio Iribarren primero, de Javier Ayuso después y ahora, en el nuevo reinado, de Jordi”.
Se narran situaciones de tensión extrema por el caso Nóos. De cómo Spottorno, jefe de la casa en aquel momento, le exige responsabilidad a Urdangarin. “Se negaba a participar en una estrategia para salvar los muebles en la medida de lo posible. (…) El jefe de la casa supuró sangre, lágrimas y sudor por los poros para hacer entrar en razón al duque enrocado en sus posiciones. Estuvo varios días quitando y poniendo párrafos hasta que Spottorno le dijo: ‘Mira, o sacas ese comunicado ya o yo cuento todo’. O de la actual situación de Don Juan Carlos, al que presentan como “un hombre dedicado en su ocaso a la buena vida y que en los últimos años estaba enamorado como un adolescente de la alemana Corinna”. Hablamos con uno de los autores, Daniel Forcada, de todas estas cuestiones.
PREGUNTA: ¿Cuándo y cómo se os ocurrió este libro?
RESPUESTA: La génesis de este libro parte de un artículo que se publicó en ‘El Confidencial’ en los días previos a la proclamación de Felipe VI y en el que se citaba a los hombres de confianza que rodean al nuevo Rey. A partir de ahí, La Esfera de los Libros nos propuso desarrollarlo en un libro más amplio haciendo hincapié en todos esos círculos más desconocidos que rodean a Felipe VI. Círculos que son la excusa para presentar cómo es ahora la nueva corte y la historia de lo que ha pasado en los últimos años. Es un libro de la corte, que no cortesano.
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P: ¿Habéis tenido problemas a la hora de hablar con la gente del entorno?
R: El libro es el resultado de casi un año de citas, cafés y entrevistas con diferentes personajes que han trabajado o trabajan en Zarzuela y con personas que conocen muy de cerca estos escenarios. Es cierto que ha habido muchas llamadas que no han tenido respuesta de ningún tipo, pero también lo es que hay muchas personas de la fontanería de palacio que han hablado y mucho.
P: ¿Por qué algunos dijeron ‘no’? ¿Miedo, respeto, un concepto mal entendido de lealtad?
R: En este país hay un concepto de lealtad mal entendida en torno a la familia real y el jefe del Estado. Una lealtad que se confunde con un silencio absoluto que, a la postre, acaba siendo contraproducente para la propia institución. Falta todavía más transparencia.
P: ¿La Reina Letizia es la gran triunfadora de la abdicación real?
R: Desde luego es la que más se ha liberado de determinados ambientes que la oprimían bajo el mandato del Rey Juan Carlos, un hombre con el que nunca se ha llevado bien y que la ha criticado abiertamente en muchos foros. Ella ejerce mucha influencia en la nueva corte y, junto a Felipe, ha sido una pieza clave para apartar de la primera línea a personajes con los que mantenía muchas diferencias. Desde Spottorno o García Revenga hasta los amigos más adinerados de Felipe, que la recibieron con cajas destempladas cuando se inició el noviazgo.
P: No lo tuvo fácil.
R: Ella, con su forma de ser y su carácter, tampoco lo ha puesto fácil. En el libro se cuenta que los amigos más elitistas de Felipe se referían a ella como ‘la chacha’ cuando empezó el noviazgo y pensaban que eso sería un romance pasajero. No lo ha tenido fácil con ellos ni con Don Juan Carlos y sus hombres de confianza. Pero ella tampoco ha sido nada fácil. A altos cargos de la casa les decía, siendo ella princesa, que qué tramaban desde Zarzuela, como dando a entender que ella era víctima de no se sabe qué conspiraciones internas dentro de palacio. Tampoco lo ha puesto fácil cuando ha marcado sus parcelas entre vida pública y privada y no se ha dejado aconsejar por los que estaban dentro y a su lado, o cuando se fue un verano de Mallorca, dejando allí a Felipe y sus hijas, porque no quiso estar más días de los apalabrados en Marivent. Aquella estampida veraniega dio a entender, y así era, que había una crisis en la pareja importante. También contamos cómo, por ejemplo, el cese de Jordi Gutiérrez en 2009 -actual responsable de prensa- y el fichaje de Ramón Iribarren para la dirección de Comunicación de Zarzuela fue entendido por ella y por Don Felipe como una traición hacia ellos orquestada desde el entorno de Don Juan Carlos. Son algunos ejemplos de lo difícil que ella lo ha tenido o de lo difícil, también, que ella lo ha hecho. Con los amigos de la vela de Felipe la relación es mejor pero, igualmente, en esos círculos tampoco se entienden algunos de sus desaires hacia Mallorca o el mundo de las regatas, por citar otro ejemplo.
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P: ¿Cómo presentáis la figura del Rey actual?
R: Felipe VI es un gran desconocido para los españoles. Nosotros destacamos que, junto a Jaime Alfonsín, el jefe de la casa y su hombre de confianza desde hace 20 años, ha tomado medidas como apartar a las ovejas negras de sus responsabilidades, quitar el título de duquesa a su hermana, regular la aceptación de regalos y prohibir los que superan los usos y costumbres, o establecer incompatibilidades para los miembros de la familia real. Está regenerando la institución, aunque todavía quedan muchos pasos que dar en materia de transparencia.
P: ¿Cómo aparece retratado en el libro el Rey saliente?
R: Como un hombre dedicado en su ocaso a la buena vida y que en los últimos años estaba enamorado como un adolescente de la alemana Corinna.
P: La Reina Sofía ha sido fundamental en la vida de su hijo, aunque siempre se ha dicho que fue demasiado permisiva…
R: Felipe ha sido siempre su ojito derecho. De ella, todas las fuentes consultadas coinciden en señalar que siempre le ha tenido muy consentido. Queda muy claro cuando se ven los problemas que genera en la casa el noviazgo con Letizia Ortiz. Ahí Sofía siempre estuvo de su lado frente al Rey, que no estaba dispuesto a dar su autorización. En ese pulso, Felipe planteó una especie de golpe de Estado y se largó a Estados Unidos con Letizia dejando pasar el avión de vuelta que le debía haber llevado a la recepción del 12 de octubre de 2003. Ahí Juan Carlos entendió que había perdido el pulso frente a Sofía, Cristina y Elena, que le pedían que se ablandase. Felipe, igualmente, ha heredado de ella -de Sofía- su carácter de perfecto profesional, muy atado al guión de lo que se espera de su cargo y completamente alejado de la campechanía que ha caracterizado a Juan Carlos.
Información ofrecida por el diario Vanitatis.