Por José María García de Tuñón
Es un tema tan manoseado, tan trasnochado que no apetece volver sobre él nunca más. Mejor olvidarlo y dejarlo para los historiadores, pero mientras haya gente que se empeñe en darle vueltas y más vueltas a un acontecimiento que fue fruto de la barbarie y que no tiene justificación de ninguna clase, habrá que seguir ocupándose de lo que otros, en vez de mantenerse callados, incluso estar avergonzados por lo que aquello supuso, sobre todo por los que perdieron la vida a manos de sus verdugos. —José Mª García de Tuñón Aza: Opina sobre Onésimo Redondo y José Antonio Primo de Rivera—
En el salón de actos del Museo Arqueológico de Asturias tuvo lugar la presentación del libro Ruta de la Revolución de 1934 en Oviedo, que prologa el actual alcalde de Oviedo el socialista Wenceslao López Martínez, y que comienza diciendo: «Una sociedad sin memoria es una sociedad descapitalizada y en gran medida desorientada. Necesitamos saber de dónde venimos para decidir con acierto y rigor hacia dónde queremos ir». Pero quien así se expresa es el mismo que desde su posición de alcalde celebraba lo que, según el concejal del PSOE Ricardo Fernández, no se trataba de «remover rescoldo alguno ni saciar la sed de venganza, sino romper con el pasado ominoso más reciente». Para ello, a pesar de no querer saciar sed de venganza, votaron (Somos, PSOE, IU, y Ciudadanos) que Franco y sus colaboradores del 36 se quedaran sin las distinciones que la ciudad de Oviedo les había otorgado entre 1934 y 1968. Se abstuvieron los del PP, los que tuvieron tiempo más que suficiente, y no lo hicieron, de haber derogado la Ley de la Memoria Histórica que nos trajo el inculto e inefable Rodríguez Zapatero. Pero es que además estos del PP que han tachado de «peregrullada» lo que votaron el resto de compañeros de corporación, olvidan que en la anterior legislatura, con mayoría absoluta, además mintiendo porque dijeron que lo hacían para su limpieza, hicieron desaparecer de una calle de Oviedo la estatua del Tte. coronel Teijeiro, el militar que el 17 de octubre de 1936 rompió el cerco de Oviedo tomando contacto con los defensores de esta ciudad en la que apenas quedaba agua y alimentos después de tres meses de haber estado incomunicados.
Lo más sorprendente de todo es que los que habían dicho que sin «sed de venganza» desposeían de los honores y distinciones a Franco y sus colaboradores, figure Federico García Sanchiz, que no era militar ni lo había sido nunca sino un miembro de Real Academia de la Lengua, así como de la de Artes de Valencia y doctor Honoris causa por la Universidad de Santo Tomás de Manila. García Sanchiz el 14 de octubre de 1937 el Ayuntamiento de Oviedo lo reconoció como hijo adoptivo. No contentos con haber quemado la Biblioteca de la Universidad de Oviedo y la de los PP. dominicos, ahora desposeían de ese título –sin que haya habido una sola voz de protesta por parte de la Real Academia de la Lengua–, a este gran escritor posiblemente porque un día dijo: «Oviedo que tiene sus calles desechas, que tiene sus templos machacados por la carcoma de la metralla y que ya se ha acostumbrado a vivir en su insensibilidad a todo…». Esperemos que por otras tierras de España no hagan lo mismo con Pérez de Ayala, que era de Oviedo, con, Gregorio Marañón, con Ortega y Gasset, incluso con el mismo Miguel de Unamuno, y tantos otros; pero no se atreverán. —José Mª García de Tuñón Aza: Opina sobre las diferencias entre José Antonio Primo de Rivera y Ramiro Ledesma Ramos—
En cuanto a ese obsesivo afán de modificar la historia cuando presentaron aquel libro, sólo un periodista, Esteban Greciet, se atrevió a publicar un artículo que, entre otras coas decías: «Dígase lo que se quiera, la Revolución constituyó un error gravísimo para todos, izquierda y derecha. Dejó heridas muy profundas y constituyó un germen seguro de la guerra civil, con más destrucción y muerte en toda España y en nuestra ciudad, con un cerco y un asedio que torturaron quince meses a los ovetenses, aún no repuestos de los nefastos días de octubre… Presentar ahora la revolución de octubre contra el gobierno republicano, origen de lo que pasó después, como una gesta positiva y rehacer su historia y consecuencia a gusto y conveniencia de unos intereses ideológicos».
Leer más artículos del autor
—La Revolución de Octubre de 1934 en Asturias—
—José María García de Tuñón Aza entrevistado por elmunicipio.es (I parte)—
—José María García de Tuñón Aza entrevistado por elmunicipio.es (II parte)—
Pero esos intereses ideológicos los han querido llevar solamente a Oviedo, la ciudad que más padeció en aquel octubre de 1934, sino que otras localidades de Asturias también se unen a celebrarlo. «La clase obrera avilesina secunda el parón y se echa a la calle», dice un periódico que ilustra el reportaje con la misma fotografía que ilustre éste donde se puede ver a unos hombres con el uniforme de la Guardia Civil apuntando con sus metralletas a otros que se prestan a esta escena que yo encuentro fuera de lugar. Pero allá ellos si piensan que con estas cosas ganan lo que primero perdieron, y que ya no tiene marcha atrás.
Artículo de José María García de Tuñón publicado en la Gaceta de la Fundación José Antonio Primo de Rivera nº 187